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Nuestro mundo no es redondo

Collage de Amaya Oy—on para artimalia.org

Portada por ©Amaya Oyón, para artimalia.org

Texto por ©Frank Jengibre, para artimalia.org

Nuestro mundo no es redondo

Hace tiempo, más del que yo desearía, mis amigos de Artimalia me pidieron que escribiese algo para su página. Bueno, pues algo se me ocurrió y por fin lo pongo por escrito.

La gente dice que la tierra es redonda y se queda tan ancha. Los libros, la historia, los sabios, todos coinciden. Nuestro planeta es una esfera achatada por los polos que gira en torno al sol. Y yo digo que eso es una puta mierda. Es la mentira más grande y podrida que jamás he oído. Y al próximo que me venga diciendo que el planeta tiene forma de canica se lo meto por el culo. ¿Qué forma tiene nuestro mundo? A quien me lo adivine le regalo un trozo. Porque lo esencial es invisible a los ojos.

Yo he estado en decenas de países, centenares de ciudades, millares de sitios… y nunca me sentí en una esfera. He buceado con tiburones, en plural, jugado con focas, me picó un pingüino bajo el agua, decenas de ellos les vi salir del mar al anochecer y pasar entre mis piernas, envidié a las iguanas al sol y alimentándose de algas en rocas bajo las olas, me he perdido en bancos de pececitos de colores, paseé con tortugas maravillosas nadando tan plácidamente… y que aún querría ser yo una, los piqueros a miles cayendo desde el cielo al mar, hemos visto ballenas surgir de las profundidades y ballenas saltar fuera del mar… y sobrecoge, mantas durmiendo en cuevas en la oscuridad de la noche oceánica y moviéndose elegantemente tan rápido que se me salía el corazón por el regulador. Una vez nos regalaron un anillo hecho de estrellas de mar abrazadas en su fondo.

He contemplado tantos animales juntos que nunca soñé que fuese posible imaginar sabanas interminables punteadas de vida y agitadas por la brisa de la tarde. Tanta vida desplazándose mansamente. He estado con felinos varios, los preciosos leopardos, los difíciles guepardos, leones y leonas durmiendo la siesta tras atiborrarse, hienas reidoras… Las elegantes jirafas con su áspera lengua, las graciosas avestruces, los sagrados rinocerontes con sus torpes y frágiles crías, temí por mi bebé rodeado de elefantes, no los molestéis; la cebra herida y sus moscas.

He visto tanta vida que hasta la más minúscula y puta ladilla de este nuestro planeta me parece sagrada. Los pececitos de plata que corren por el suelo de mi baño. Los pollos que nos comemos, y los cerdos en fila colgando boca abajo aún te miran, ya sacrificados sin dolor aún te miran inquirentes. Que yo les he visto y no me lo creía.

Y todas esas aves tan bellas… ¡tan bellas! He volado con buitres, ellos me han ayudado. Y cuando floto al atardecer sobre los pinos a veces aparece un halcón o un milano y si aguanto unos instantes a su lado de repente sus plumas se tornan de plata y brillan en lo más hondo de mi alma.

Por eso sea cual sean tus ideas, tu religión, tu credo o si solo eres moderno, ten en cuenta todo esto. Porque cuando ya se te han ido algunos buenos amigos, de esos que realmente eran seres inabarcables, gente luminosa, te das cuenta que estás de paso en esta gran inmensidad. Así grabémonoslo en nuestra puta cabecita: nuestro mundo no es redondo, es infinito. Por mucho que lo intentes, por mucho que te convenzas, por muchas vidas que vivas, aunque fueses inmortal viendo la tele, nunca, repito, nunca llegarás a conocer nuestro planeta y todo lo que hay en él. Sin embargo es tan bonito intentarlo, hay tanta belleza, que por eso hay que cuidarlo por encima de todas las cosas. Ésta es nuestra medida. No estamos por encima de nada, no somos la punta de la pirámide. No somos lo que la humanidad se cree. Los sabios, los científicos, los políticos, todos esos nunca salieron de su concha. Y por eso lo simplifican todo. Y se quedan tan a gusto, tan pobres de espíritu, tan faltos de corazón. Ellos querrían que fuese redonda y si es posible cortarla en trozos y repartirla no equitativamente.

No permitamos el fracking, usemos el menos plástico posible, no derrochemos que no hace falta, queramos más a los animales y querámonos y respetémonos a nosotros y a nuestros hermanos. Que no tenemos otros. Y todos por él pasamos. Tenemos suerte de estar en un lugar como éste que, no nos engañemos, no nos pertenece. ¿Cómo podría pertenecernos algo que no tiene límites? Nuestro mundo es de un material que nos recuerda que no hay nada material que merezca tanto la pena… Nuestro mundo es infinito. Bienvenidos. No arrojar papeles al suelo.

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Han participado en este post:
Frank Jengiblre

Así me vieron:
Rosado, jorroja cual bisabuelo. Pelirrojo, naranjito y oxidado.
Que tomas el sol con colador.
Bóris Becker, Van Gok e incluso Jesucristo.
Fucking useless ginger mate. Amante.
El Da Vinchi de Hortaleza, Hado, Principito, ñoño y magico…
Piloto, buceador, escritor y colorao…
… DADY.

Amaya Oyón
Acerté de lleno eligiendo Diseño Gráfico en la facultad de BB.AA de la UPV. Coexistir con animales me hace sentir viva, por eso Artimalia se ha convertido en mi proyecto mimado y doblemente gustoso porque me ha permitido explorarlo y fusionarlo con mi profesión. Fue en 2010 cuando surgió ese primer apunte rápido sobre Artimalia sin imaginar hacia dónde nos llevaría… Hoy me siento muy honrada de compartir con todos los colaboradores estas horas de dedicación sincera que han hecho que aquella primera idea casi desdibujada se transforme en este proyecto compacto y emocionante. Y lo que vendrá.

En otra vida sería… un vencejo, porque apenas necesita aterrizar.

Sergio Navarro
Dicen de mí que soy un ‘informático sensible’ porque me preocupo por el kerning, el tracking, el padding, el color y las tipografías. Sé distinguir la Arial de la Helvetica. Soy de naturaleza lógica y analítica y disfruto interpretando datos estadísticos. Me gustan las cosas bien hechas y siempre procuro un código limpio y ‘aseado’ para mis trabajos web. Amante de la fotografía, la música y los Gifs animados. Mi tiempo libre se lo dedico al proyecto Artimalia y a remar en piragua; ahora estoy deseando cambiar el río por el mar.

En otra vida sería… Súper Ratón.

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