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Caracol arbóreo polinesio
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Nombre científico: Partula suturalis.
Reino: Animalia. Filo: Mollusca. Clase: Gastropoda. Orden: Stylommatophora. Familia: Partulidae.
Partula suturalis o caracol arbóreo polinesio es un molusco gasterópodo de la familia Partulidae al que se le reconocen dos subespecies, P. s. strigosa y P. s. vexillum, ambas extintas en estado silvestre. Se trata de una especie endémica de la isla de Moorea, situada en el Pacífico Sur y perteneciente al archipiélago de las islas de la Sociedad, en la Polinesia Francesa. En cuanto a la morfología de la especie, posee una concha de 20 mm de largo y 10 de ancho, ovada, con 5 vueltas en espiral normalmente hacia la derecha, con la apertura ovada y dentada y de color amarillento con bandas castaño oscuro.
La evaluación de la especie que llevó a cabo la UICN en 2007 la posicionó en un primer momento en la lista de especies Extintas (EX), modificándose este resultado dos años más tarde para situarla en la categoría de Extintas en estado silvestre (EW). Este cambio vino dado porque previamente las subespecies se consideraron especies separadas.
El taxón fue descrito por primera vez en 1855 y se cree que sus subespecies se especializaron localmente, puesto que sus áreas de ocupación estaban separadas y no solapadas. Estas subespecies se diferencian en tamaño, forma y coloración, encontrándose hasta 4 variaciones posibles en el color de las conchas.
En la actualidad, y tras varios intentos de reintroducción fallidos, las poblaciones de Partula suturalis solo pueden encontrarse ex situ, en algunos zoológicos y centros de investigación de distintos países bajo los programas de cría en cautividad.
La actividad del caracol arbóreo polinesio es principalmente nocturna, cuenta con una dieta herbívora y, como su nombre común indica, es arborícola, en hábitats favorables puede alcanzar densidades incluso superiores a 10 individuos por km2. Esta especie muestra preferencia por establecer sus asentamientos sobre Hibiscus tiliaceus, en sus troncos y ramas permanece durante el día, descendiendo por la noche al suelo para alimentarse del material en descomposición de las plantas.
El caracol arbóreo polinesio solía habitar los bosques montañosos de la isla de Moorea, siendo la especie más arbórea de su familia, ya que era la única que podía encontrarse entre los 4 y 15 metros de altura sobre su planta hospedadora y, también, era la segunda especie de Partula con mayor extensión en la isla, residiendo en la mayoría de las localizaciones a excepción de las partes más bajas de los valles.
Existieron hasta 120 especies distintas de Partula y, tras los estudios taxonómicos del género, existe la teoría de que éste evolucionó a partir del género Samoana, el que a la vez provendría de Eua, produciéndose este desarrollo en la región de Tonga-Samoa. Sin embargo, se tiene algo más claro el origen de las especies de Moorea, a las que pertenece Partula suturalis, lo más probable es que ocurriesen algunos eventos de dispersión y que toda la fauna de la Moorea derive de estos sucesos de colonización, primero por Samoana sp. y después por Partula sp., que posteriormente se especiaron in situ, incluyendo algún suceso posterior de colonización entre archipiélagos, desde las islas antiguas hacia las jóvenes.
En cautividad, el caracol arbóreo polinesio alcanza la madurez alrededor del año de vida, produciendo su primera descendencia entre los 4 meses y un año después de alcanzar su edad adulta. Los caracoles Partulidae son hermafroditas, con fertilización cruzada o autofecundación; y ovovivíparos, la cáscara de los huevos es reabsorbida por el progenitor antes del nacimiento, dando a luz a una única cría cada día durante una media de 20 días. En los estudios de comportamiento se ha observado que, durante la reproducción, uno de los dos individuos adopta el papel de macho y el otro el de hembra. En algunos casos, al finalizar esta cópula, los roles se invierten y comienza un segundo cortejo, aunque con menor probabilidad de éxito.
La mayoría de los individuos de P. suturalis tienen la concha dextrógira, es decir, la espiral gira a la derecha, lo que permite que sus orificios se encuentren enfrentados, como una imagen especular, facilitando la reproducción. Sin embargo, un número pequeño de ellos poseen conchas con el giro hacia la izquierda, complicando la actividad reproductiva entre especímenes con conchas contrarias.
Además de la destrucción del hábitat, la recolección de conchas por los habitantes de las islas y la introducción de plantas y animales alóctonos, la serie de sucesos que finalmente llevaron a la extinción en su hábitat natural al caracol arbóreo polinesio comenzó en 1960, con la introducción del caracol gigante africano, Achatina fulica, liberación que se llevó a cabo por razones alimenticias. Este se extendió rápidamente por las islas, convirtiéndose en una peligroso invasor para los cultivos y jardines. En 1977, y sin tener en cuenta la falta de información sobre los posibles efectos que tendría sobre A. fulica, se introdujo de forma deliberada otro depredador con la intención de controlar al gigante africano. Este nuevo competidor era Euglandina rosea, conocido comúnmente como caracol lobo o caracol caníbal por su voracidad y por ser uno de los pocos caracoles terrestres carnívoros. Esta nueva presencia tuvo un terrible impacto sobre el género Partula, reconociéndose en 1987 que se encontraba en grave peligro de extinción.
Observado el nuevo escenario, un grupo especializado de la UICN se reunió para establecer los pasos a seguir en la recuperación de las especies de Partula. Además de otras acciones, la medida principal fue la recolección inmediata de todas las especies que aún se encontraban en Moorea para aumentar las poblaciones que ya se estaban manteniendo en cautividad, por lo que en 1987 se realizó una incursión a la isla para estudiar su situación y recoger todos los individuos posibles.
La esperanza inicial sobre la desaparición del caracol caníbal era su consecuente desaparición tras la extinción de sus presas, pero esto no ocurrió, a lo que hay que añadir que parecían inviables las medidas de control artificial, por lo que solo se podía seguir esperando la eliminación natural mediante oscilaciones inestables de las poblaciones del depredador o por canibalismo. Se ha visto que esta especie puede persistir en bajas densidades, subsistiendo a base de pequeños caracoles.
La ironía de todo esto es que, además de haber precipitado el declive de las especies de Partula, el caracol caníbal no tuvo ningún efecto significativo sobre las poblaciones del caracol gigante africano debido a que sus requerimientos alimenticios le hacen preferir especies más pequeñas y que posean mayor contenido de calcio en sus conchas, como es el caso del caracol arbóreo de Moorea y el resto de especies pertenecientes a su género.
Estas extinciones tienen consecuencias desconocidas para la microecología de los bosques nativos. Hoy en día las poblaciones del caracol caníbal se encuentran dañadas en la naturaleza y el caracol gigante africano se ha vuelto raro en los bosques de Moorea.
El primer programa que se estableció para la conservación del género fue el Programa Partula, reconocido formalmente por la CBSG en 1986. Durante el siguiente año se construyeron madrigueras y refugios en Moorea y Tahití para evaluar el estado de Partula. Cada año, un grupo de trabajo de dicha Sociedad se reúne para discutir y revisar los aspectos de la cría en cautividad y el mantenimiento de los caracoles, intentando planificar la estrategia para la restauración en sus islas nativas.
Otro de los programas que se llevaron a cabo a principios de los años 90 consistió en la reintroducción de algunas especies de Partula, entre ellas P. suturalis. Conllevó la liberación de algunas colonias en el jardín botánico que fue construido para tal efecto, ofreciendo protección frente a la especie depredadora presente en la isla de Moorea. En 1995 se produjo una incursión para efectuar el censo de las poblaciones, pero se descubrió que la seguridad del recinto había sido burlada por el caracol caníbal y las colonias liberadas habían sido prácticamente exterminadas. Sin embargo, los pocos individuos encontrados resultaron ser de generaciones posteriores, por lo que se comprobó que era posible mantener al depredador alejado el tiempo suficiente, además de que la capacidad reproductiva en la naturaleza no se había perdido tras el cautiverio. En 1996, el área se reparó y volvió a repoblarse, aunque sin éxito, por lo que cuatro años después se decidió concluir el programa sin ninguna recolecta.
Aún existen colonias de este caracol en algunos centros de investigación, pero uno de los problemas de la cría en cautividad es la pérdida de variabilidad genética que se produce tras varias generaciones. No obstante, en 2004 aún no se había percibido esta pérdida en el caracol arbóreo polinesio, aunque sí en otras especies del mismo género, por lo que no conviene pasar por alto este factor.
La conservación de las especies de caracoles endémicos está íntimamente ligada a la protección del hábitat del bosque remanente en varias de las islas del Pacífico.