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1894 Picogrueso de Kona

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Imagen: Artimalia | Dibujo: Amaya Oyón | ©All rights reserved

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Nombre científico: Chloridops kona.
Reino: Animalia. Filo: Chordata. Clase: Aves. Orden: Passeriformes. Familia: Fringillidae.

Es una especie extinta de pinzón de la subfamilia de los mieleros hawaianos Drepanididae. Era endémica de los bosques de Naio o sándalo falso (Myoporum sandwicense) en elevaciones cercanas a los flujos volcánicos, entorno a los 1.500 m y próximos al distrito de Kona, en la isla de Hawái. Debido a que fue un pájaro desconocido para los nativos del territorio, no existe ninguna denominación para la especie en la lengua de origen. Las claves de su extinción se desconocen, la especie ya era muy rara cuando se descubrió por primera vez. Al parecer, todo apunta a la destrucción de su limitadísimo hábitat –posiblemente menos de 10 km²– y a enfermedades introducidas como la malaria aviar. El último ejemplar se capturó en 1894.

Varias especies pertenecientes a la subfamilia Drepanididae fueron clave en la polinización de diversas plantas endémicas de la isla. Ahora que muchas de estas aves han desaparecido, algunas de estas plantas también se enfrentan a la extinción. La subfamilia Drepanididae o ‘mieleros hawaianos’ ha sufrido fuertes pérdidas a lo largo de la historia, de hecho, quince especies ya se han extinguido y de las especies restantes cuatro subespecies han desaparecido. Los que han conseguido resistir ahora se encuentran al borde de la extinción.

Este pájaro era de un tamaño mediano, unos 15 cm, con un plumaje de color verde oliva pálido en todo el cuerpo. Presentaba una estructura muy peculiar: cola muy corta y una cabeza grande y desarrollada que contaba con un poderoso pico grisáceo de gran alcance. Este pico tenía su razón funcional ya que el picogrueso de Kona mantenía una alimentación frugívora y necesitaba poder romper el duro endocarpo que protegía las semillas del Naio. No era de extrañar que su pico casi siempre estuviera impregnado de una sustancia marrón derivada de estos árboles. Por otro lado, es muy probable que las crías fuesen alimentadas a base de invertebrados.

Esta especie no presentaba evidencias de dimorfismo sexual, es decir, no existían variaciones de la fisonomía externa entre los machos y las hembras.

Por lo general, permanecían en silencio aunque algunos informes describen la emisión de un suave y ligero silbido. «Es singularmente interesante en sus hábitos. Se trata de un pájaro silencioso, solitario e inactivo, como si su existencia pudiera resumirse en las palabras ‟para comer”. El agrietamiento incesante de los frutos cuando se alimentan, ruido que puede percibirse a una distancia considerable, alertan de su presencia más de lo que debiera ser. Solo una vez vi que mostrase signos de actividad, cuando un hombre y una mujer intentaban atrapar uno de ellos entre los árboles de sándalo». Fragmento de la publicación de 1893 del ornitólogo Scott Wilson, uno de los pocos que pudo observar al picogrueso de Kona en la naturaleza.

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