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Sapo de Kihansi
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Nombre científico: Nectophrynoides asperginis.
Reino: Animalia. Filo: Chordata. Clase: Amphibia. Orden: Anura. Familia: Bufonidae.
El sapo de Kihansi, Nectophrynoides asperginis, es un pequeño anuro endémico de Tanzania, África. Descubierto en 1996, solo se conocía de una única localidad, en un área reducida de apenas dos hectáreas de la que recibe su nombre. Se trata de la zona de pulverización de la cascada del río Kihansi, en las montañas Udzungwa, situadas al este de Tanzania y que representan parte de uno de los puntos críticos de biodiversidad del mundo. Este insectívoro de agua dulce se adaptó especialmente a esta región de rociado porque mantenía su entorno a una temperatura y humedad constantes. Las búsquedas alrededor de otras cascadas en la escarpa de las montañas Udzungwa no consiguieron localizar poblaciones salvajes adicionales.
Fue clasificado en Peligro Crítico (CR) por la Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN, hasta que en mayo de 2009 pasó a la categoría de Extinta en estado silvestre (EW) al no existir en ese momento ninguna población en la naturaleza capaz de sostenerse. Este salto en las listas vino precipitado, especialmente, por la combinación de pérdida de hábitat junto a la devastadora enfermedad de los anfibios provocada por el hongo quitridio, entre otras causas.
El último registro confirmado en la naturaleza fue en enero de 2004. Se observaron tres ejemplares de la especie y se escuchó a otros dos machos vocalizar. A pesar de un informe no confirmado de 2005, no se vieron ni oído sapos desde entonces.
Actualmente la especie se reproduce en cautiverio y, desde 2012, se están llevado a cabo varios programas de reintroducción en la naturaleza.
Restringido aproximadamente a dos hectáreas, este sapo tiene el rango más reducido que cualquier tetrápodo en el mundo, por lo que se refieren a él como un micro-endemismo. Se le conocía únicamente en la zona de pulverización de las cataratas de Kihansi, en una pradera rocosa cubierta de niebla y humedales, entre 600 y 940 m de altitud. Allí abundaba con una población de al menos 17.000 individuos. Podía localizarse en varios lugares dentro de esta zona a lo largo de los acantilados del desfiladero, todos empapados por el rocío de la cascada que proporcionaba una vegetación densa y herbosa constituida por el licófito Selaginella kraussiana, el helecho Tectaria gemmifera y especies de la familia de las poáceas Panicum spp. Estas áreas experimentaban temperaturas casi constantes y un 100 por ciento de humedad que constituían el hábitat único de los sapos.
Con un peso de apenas unos gramos, este anfibio es tan diminuto que podría sentarse cómodamente en una moneda de 10 céntimos. Aunque gran parte de su historia natural permanece desconocida, se sabe que es una especie sexualmente dimórfica y, típicamente, los machos son más pequeños que las hembras. Los machos adultos presentan un tamaño máximo de 19 mm de longitud y las hembras pueden alcanzar los 29 mm.
Tienen aletas sobre las fosas nasales que pueden ser una adaptación especial para vivir en la zona de rociado de las cascadas. Los dedos de sus patas traseras son palmeados pero no presentan puntas expandidas. Aunque poseen rasgos similares del oído interno de los anuros, carecen de oídos externos.
Los sapos salvajes de Kihansi preferían alimentarse de dípteros y larvas de dípteros, pero también consumían algunos ácaros.
Su coloración general es amarilla-dorada, con motas amarillas y marrones en la superficie dorsal. Las hembras son a menudo de coloración más opaca y los machos suelen tener manchas más destacadas. La piel abdominal es translúcida, permitiendo al hígado, los cuerpos grasos y los intestinos ser visibles a través de la piel ventral. En las hembras grávidas, además, se puede ver con frecuencia la descendencia en desarrollo, que le confiere un tono verde azulado en el vientre debido a que las larvas de su interior presionan contra la piel.
El sapo de Kihansi es una especie altamente especializada, incluso se adaptó para dar a luz crías vivas formadas por completo para evitar que los huevos fueran arrastrados por las poderosas cascadas del río Kihansi. Se trata de una especie inusual entre los sapos al ser ovovivípara y desarrolladora directa: se reproduce utilizando la fecundación interna, en la que las hembras retienen las larvas internamente en el oviducto hasta que nace su descendencia a través de la cloaca. El número de crías varía de 5 a 13 y los sapitos recién nacidos miden 5 mm.
Aunque el grado de contribución de cada factor de amenaza aún se sigue debatiendo, no parece haber muchas dudas de que la desaparición del sapo de Kihansi en la naturaleza fue consecuencia de una combinación de causas. El comienzo de su drástico declive coincide con la construcción de una presa y su consecuente modificación del hábitat, al que se le unen la aparición del hongo quítrido infeccioso y la exposición a agentes tóxicos.
La especie fue descrita científicamente por primera vez en 1999. Un año después, la construcción río arriba de una presa hidroeléctrica afectaría seriamente al flujo de agua de las cataratas de Kihansi, alterando el hábitat y repercutiendo de forma directa en las poblaciones del sapo. La presa, financiada por el Banco Mundial, ahora genera casi un cuarto del suministro eléctrico de Tanzania pero también es la responsable de la reducción al 10 por ciento del caudal de agua que antes llegaba hasta la cascada. Cuando la presa se completó, la cascada ya no producía las brumas de las que dependían los sapos, ocasionando una perturbación en su microhábitat debido a la disminución en el volumen de pulverización, especialmente en la estación seca, y a la posterior alteración de la composición vegetal. El resultado fue que la población de sapos cayó en picado.
Para tratar de amortiguar el impacto ambiental de la presa e intentar salvar a los sapos que quedaban, entre 2000 y 2001 se implementó, en aproximadamente una cuarta parte de su hábitat, un sistema de rociadores artificiales que procuraba restaurar los humedales imitando el rocío natural de la cascada. Sin embargo, este sistema de riego por gravedad artificial aún no estaba operativo cuando se abrió la presa Kihansi, sino que se puso en marcha nueve meses después. Para entonces, el ensamblaje de especies vegetales había cambiado y en 18 meses las plantas pantanosas y ribereñas habían desaparecido, proliferando las especies de maleza.
Los fallos en el sistema de rociadores en 2003 combinados con un brote de quitridiomicosis, junto a otros factores probables, fueron suficientes para causar un serio declive y llevarlos hasta la extinción.
A medida que la zona de niebla desaparecía, también lo hacían los sapos y, mientras tanto, amenazaba el temido hongo quitridio (Batrachochytrium dendrobatidis), una plaga que se propaga rápidamente y que es responsable de descensos alarmantes y de docenas de extinciones de anfibios en todo el mundo. En julio de 2003, después de cierta recuperación, es muy posible que el colapso final de la población de sapos de Kihansi fuera resultado de la enfermedad micótica conocida como chitridiomicosis. El hongo fue implicado como factor potencial porque se confirmó su presencia en sapos fallecidos. Cabe la posibilidad de que la sequía causada por el fracaso del sistema de aspersión diera lugar a niveles de estrés en estos animales que los hiciera susceptibles a la enfermedad.
Se descubrió que algunos individuos persistieron hasta 2004, pero no pudieron mantener la especie y desaparecieron rápidamente. El último registro confirmado en su medio natural fue en enero de 2004. Se observaron tres ejemplares y se escuchó la vocalización de otros dos machos. Tras un informe no confirmado de mayo de 2005, no hubo nuevos registros de ningún sapo en los años siguientes, a pesar de las encuestas. En mitad de esta crisis, 499 ejemplares fueron llevados a zoológicos estadounidenses para comenzar un programa de cría en cautividad.
El año 2003 fue nefasto para el sapo de Kihansi. A la aparición de la enfermedad infecciosa y los fallos en el sistema de rociadores durante la estación seca, también se sumó una breve apertura accidental de las compuertas de la presa mientras se enjuagaban los sedimentos. Las pruebas mostraron que esta liberación de residuos contenía pesticidas utilizados corriente arriba en las operaciones de cultivo de maíz, en concentraciones suficientes para matar a los sapos. No obstante, esta causa se considera secundaria a los efectos provocados por la construcción de la presa.
A finales de 2000, temiendo que los sapos se extinguieran, el gobierno de Tanzania y la Wildlife Conservation Society recolectaron un total de 499 individuos extraídos de dos localizaciones distintas. Los sapos fueron trasladados desde su medio silvestre hasta varios zoológicos de Estados Unidos para su cría ex situ. Inicialmente el programa tuvo numerosos reveses debido al estilo de vida inusual del sapo y a algunas infecciones y deficiencias nutricionales, hasta el punto de que solo dos centros pudieron mantenerlos con vida. Para diciembre de 2004, la población de sapos cautivos alcanzó un mínimo de 72, pero cuando se descubrieron sus requisitos exactos, se logró una mayor supervivencia y avance reproductivo.
En 2005, uno de los zoológicos abrió una exhibición del sapo Kihansi, aprovechando el reclamo de ser el único lugar del mundo donde sería expuesto al público. A esta, le siguieron más exposiciones en otros zoológicos norteamericanos.
En agosto de 2010, un grupo de 100 sapos fueron trasladados desde los zoológicos hasta su Tanzania natal, como parte de un plan de reintroducción de la especie en la naturaleza. En este momento, el sistema de rociadores que se había instalado en el año 2000 para recrear las condiciones originales de pulverización, estaba funcionando correctamente y había ayudado a restaurar el entorno a los requisitos del sapo. Este mismo año, también se estableció una colonia cautiva en Tanzania, pero a pesar de los protocolos en las instalaciones de cría de Kihansi, los sapos eran atacados ocasionalmente por hongos quitridios, dando lugar a muertes masivas. El mal funcionamiento del sistema de aire acondicionado y filtración de agua también pudieron contribuir a la mortalidad del sapo.
En 2012, los científicos devolvieron una población de prueba de 48 sapos al desfiladero de Kihansi, habiendo encontrado medios para que los sapos cohabitaran con sustratos que supuestamente contenían hongos quítridos. En junio de 2012, un grupo de sapos formaron parte de experimentos de liberación, algunos se mantuvieron en cautiverio en la instalación de Kihansi y otros fueron enviados a la garganta, hasta que finalmente, el 29 de octubre del mismo año, 2.500 sapos fueron devueltos a su hábitat nativo.
En cualquier caso, la recuperación de la especie y la viabilidad de su población reintroducida están sujetas a una variedad de condiciones, que incluyen el estado del hábitat, la efectividad y confiabilidad del sistema de rociadores, la presencia de enfermedades y depredadores, así como la tasa de reproducción de los sapos. Estos y otros factores determinarán las posibilidades de que se establezca una población capaz de sostenerse por sí misma.