Colaboración con academia Punt d’art

Desde Artimalia, nos complace presentaros esta enriquecedora colaboración con Punt d’art, academia de Valencia dirigida por Estefanía Muñoz y dedicada a explorar los rincones del arte, la creatividad, del dibujo y la pintura.

Tras nuestra charla introductoria, Estefanía organizó un taller de experimentación donde los alumnos-as, del grupo de adultos, fueron invitados a investigar los sucesos que determinaron la extinción de siete especies animales para ahondar en sus historias y trasladarlas al lenguaje artístico bajo una práctica libre y un enfoque personal.

Damos paso a la galería de propuestas que pasan por la pintura, el dibujo y el collage hasta el stop motion y varias intervenciones espaciales. Las imágenes recogen el resultado plural de estos trabajos junto a las visiones y vivencias del alumnado al enfrentarse a diferentes casos de una misma preocupación: la pérdida de biodiversidad.

«He optado por hacer un trabajo que incluyese los siete animales propuestos ya que no podía decantarme por ninguno en concreto. Reflexioné sobre su extinción, en la gran mayoría de casos debida al factor humano, y decidí representar su muerte a través de un único material: la ceniza.

Las siete acumulaciones tienen la misma altura y cantidad aproximada de material porque, desde mi punto de vista, todos tienen la misma importancia y valor espiritual. Mi idea sería exponer el trabajo en un sitio más grande y al aire libre, de modo que el tiempo lo hiciera desaparecer, al igual que cada una de estas especies».

«Me interesaban todos los animales propuestos pero elegí la rana de Torrente porque pensé que ningún compañero la escogería; no quería que ninguna especie se quedara sin su representación.

Hacía mucho tiempo que no dibujaba y no me sentía cómoda. Con el apoyo de Estefanía (directora de la academia), decidí enfrentarme a mis miedos y retomar la práctica del dibujo y la pintura.

Opté por un dibujo bastante académico, buscando la proporción, la entonación y la subordinación. Primero hice un pequeño boceto en A5 donde refresqué los métodos de encaje. Cuando gané confianza, lo llevé a un formato de mayores dimensiones. Me ha servido muchísimo a nivel personal y como ejercicio de superación. Debo confesar que he disfrutado cuando he conseguido dejar atrás mis barreras».

«Soy activista y defensora apasionada de los animales. Me decidí por la tijereta de Santa Helena porque observé que nadie la había elegido en esta colaboración. Sé que a muchos les disgustan los insectos pero, al igual que el resto de seres, la tijereta tiene un propósito dentro del ecosistema.

El zapato representa el poder del hombre sobre las especies, el desprecio y la indiferencia ante ciertas criaturas. Mientras dibujaba, despertó en mí un sentimiento, sentí compasión, quizá por aquel instante en que todos, en algún momento, hemos sentido esa soledad, ese rechazo, de otros o de uno mismo. Sentí tristeza por ese ‘bicho’ que fue despreciado y que ahora está extinto».

«Sentí cierto apego al poco de investigar sobre la especie. De primeras, me sorprendió del zampullín de Alaotra el hecho de que no pudiese elevarse más de 25 cm de altura y de que sus capacidades fueran insuficientes para la supervivencia.

El factor humano está detrás de la gran mayoría de extinciones. En este caso, sin embargo, no fue la única razón. A la pérdida del hábitat debida a la acción de los pescadores se sumaba el hecho de que estos zampullines eran alimento habitual para otras especies con las que compartían entorno».

«Elegí el zampullín porque me gusta la vistosidad de los patos y, en general, los colores en la vida. Mi primer amor fue el Collverd, un ánade característico de L’Albufera de Valencia. Por lo que sé, el macho tiene una preciosa coloración para atraer a los depredadores y permitir que la hembra, que es marrón y nada llamativa, pueda incubar sus huevos tranquilamente».

«Elegí al ualabí por su fisonomía, me resultaba muy motivador a la hora de representarlo. También me parece un animal súper enigmático capaz de trasladarte a otro lugar y otra época… Al tratarse de un marsupial, hace de su vida familiar toda una experiencia enternecedora. Y su pequeño tamaño consiguió que me interesara por él todavía más.

Averigüé qué desapareció por distintas causas siendo la principal la acción humana. Es triste pero recurrente en casi todo lo que tenga que ver con no cuidar lo hermoso de la vida. Utilicé el color dorado para realzar su figura y lo mezclé con colores fríos por lo trágico de la temática».

«La tragedia del ualabí de Grey me interesa mucho. Soy autor norteamericano de varios libros sobre temas de la conservación de la naturaleza y la agricultura. Uno de mis libros Farming with the Wild (Sierra Club Books, 2003) documentó ejemplos de agricultores y ganaderos tratando de trabajar con la naturaleza (en vez de luchando contra el mundo ‘salvaje’) y la biodiversidad.

Tristemente, la historia de este ualabí es la típica de muchas especies que han perdido su hábitat –y su supervivencia– por culpa humana. Cuando los humedales desaparecieron y los cazadores habían terminado con ellos, perdimos una especie preciosa, hermosa y adaptada específicamente en su lugar en el mundo.

He buscado en mi boceto el estilo Warhol, con colores y elementos simples y potentes que capten la atención del espectador, para que reparen en ellos, que no pasen desapercibidos, y así, quizá, conseguir que más personas se interesen por su historia de vida y desaparición».

«Tuve claro que elegiría al ualabí de Grey por traerme recuerdos de vivencias con varias especies australianas en peligro de extinción. Encontré que, entre otras razones, la causa principal de su desaparición fue la explotación del cuero de su piel curtida y la facilidad con la que se les capturaba. Una vez más, puse de manifiesto mi contundente rechazo a la explotación descontrolada de los recursos por los humanos sin escrúpulos.

Descubrí la forma que habitualmente tenía la piel tras ser curtida a fin de ser utilizada como materia prima por la industria. Me decidí por este contorno para intervenirlo en mi trabajo, dándole 93 cm de alto, como símbolo del tamaño de las hembras de esta especie –los machos eran 2 o 3 cm más pequeños–. Sobre ella, dibujé el perfil inconfundible de un canguro saltando/huyendo para no ser cazado. Y, para hablar de su extinción, eliminé su perímetro generando el ‘hueco de su ausencia’.

Con la figura extraída del material creé una pieza auto sustentante. Cuando una luz lateral incide sobre esta figura, su sombra queda proyectada en la pared creando el efecto de movimiento cada vez que varía el punto de luz. También, en el boceto de cartulina negra, pinté el perfil del ualabí siguiendo el estilo del arte aborigen australiano».

«Decidí homenajear al ualabí de Grey con una pintura por nada en concreto; en realidad podría haber sido cualquier otra especie, todas se merecen la misma importancia y ninguna la extinción.

Dedico esta humilde colaboración a todas las especies desaparecidas y a las que están en situación crítica de extinción. Espero que asumamos el mensaje de ‘las consecuencias’, el punto en el que estamos por los valores que se están perdiendo, no sólo con los animales sino también entre los propios seres humanos».

«La primera especie que robó mi atención fue el canguro de Grey; me impactaron mucho las causas de su desaparición, en concreto el uso de su piel. Me vino a la mente la frase ‘mi piel me costó la piel’ y la plasmé con unos primeros bocetos bajo la técnica del collage».

«Ualabí de Grey, vivo desde hace 24 millones de años, exterminado en 1943. La vida es como una enigmática red en la que todos los seres estamos conectados, cada especie y cada individuo tiene su lugar en ese equilibrio vital.

Una especie no es más que un conjunto de sujetos individuales, inmersos en esa red invisible en el que cada uno mantiene un hilo, cada uno cumple su función, todos y cada uno de ellos tiene derecho a la vida, a la dignidad, a que se respete su hábitat y sus características evolutivas.

El animal humano lamenta hoy la desaparición de una especie porque sabe que afecta atrozmente a su propia supervivencia. Se lamenta, sí, pero con la misma mentalidad antropocéntrica que ha causado y sigue causando la destrucción del planeta y de todas sus formas de vida: los animales están a nuestro servicio, son cosificados y, por tanto, se pueden asesinar, maltratar y utilizar. El planeta pertenece al ser humano.

Sin una transformación radical del pensamiento, la exterminación de animales y recursos del planeta continuará. Sólo mediante una ética antiespecista que situé al ser humano el lugar que le corresponde en el inmenso entramado de la red, la vida podrá continuar».

«Recreé sus retratos haciendo una intervención en la fachada de la academia. Utilicé tizas, y no sólo por los colores que podían aportar sino por su significado añadido: con el paso del tiempo la pieza se esfumaría al igual que se esfumaron todos estos animales.

Quise acercar la realidad de las especies generando interés en las personas de la calle que pasaban por delante de la entrada. Quise rescatarlas del olvido, colorear su recuerdo y trasladarlas a la conciencia común. Me gustó mucho participar en el proyecto».

«Elegí al monarca de Guam porque me encantan los pájaros. Representan para mí la libertad, que es por lo que he estado luchando durante toda mi vida».

«Del monarca me sedujeron muchísimo sus colores. Pensé en la forma de pintar de Fernando Zóbel… La vaporosidad de sus pinturas donde parece que algo flota y se diluye en el espacio… Se desvanece, se evapora. Los colores más intensos ocupan solo 13 cm, justo la medida que tenía este ave, y van perdiendo viveza hasta desaparecer».

«Nunca imaginé que la inmensidad de internet me ofrecería el audio de un pájaro que jamás volverá a ser escuchado en condiciones naturales.

En un ambiente de ritual y meditación, celebré un Happening con el que traté de llevar a las personas presentes a sumergirse en el canto del monarca de Guam. Imaginarlo mientras se reproducía su sonido fue casi como llevarlo a la resurrección durante un minuto. Mi conclusión conceptual pone en relieve la efimeridad de ese minuto frente a la eternidad de la grabación».

«Cuando Amaya y Sergio de Artimalia vinieron a la academia a presentarnos el proyecto, me vi atraída por la historia de la musaraña de la Isla de Navidad. De hecho, ya había oído hablar de ella por las noticias preocupantes sobre su desaparición.

Comencé a investigar y, a pesar de la escasa información disponible, me volqué en la tarea de aprender sobre su hábitat y las causas de su extinción. Después me propuse trabajar en un cartel de aviso, tipo ‘Se busca’, donde presenté un dibujo de la musaraña, muy sencillo y realizado a lápiz, al que acompañé de algunos datos de la especie».

«Durante la concepción de los modelos en 3D, me resultó realmente complicado entender cómo ese animal se constituía en tres dimensiones. La documentación fotográfica era escasa y eso suponía un handicap.

De aquí nace la intención de generar un archivo digital que comprenda la fisicidad de estas especies de una forma simple pero lo más fiel que mis capacidades ‘escultóricas’ me permiten actualmente. Por lo demás, ha sido un proceso tranquilo, divertido y con mucho aprendizaje de por medio».

«Se cuenta que el eslizón de la Isla de Navidad desapareció sin hacer ruido; poco a poco fueron menos los ejemplares que se iban viendo en la isla sin saber con certeza que provocaba su perdida.

La última superviviente a la que se apodó Gump, vivió sus últimos años en la más absoluta soledad. Mientras los bien intencionados científicos buscaban infructuosamente un macho para aparearla, la existencia de Gump se consumió en una jaula, lejos de la hojarasca y de las rocas calizas donde solía disfrutar de los rayos del sol».

«Me pareció muy interesante la propuesta del proyecto y la idea de hacer visible la extinción de animales. Escogí el eslizón de la Isla de Navidad por la proximidad en el tiempo de su declaración de extinto.

He realizado una pintura en representación del bosque, el hábitat del eslizón, donde la hojarasca y los árboles están recreados con pintura impregnada en hojas y madera que han dejado su impresión en el lienzo. Entre esta hojarasca se encuentra la silueta del eslizón que, al estar creada en papel vegetal, queda camuflada entre las hojas, evidenciando su ausencia e invitando a buscar su huella».