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1914 Paloma viajera

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Imagen: Artimalia | Dibujo: Rafa Garabal | ©All rights reserved

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Nombre científico: Ectopistes migratorius.
Reino: Animalia. Filo: Chordata. Clase: Aves. Orden: Columbiformes. Familia: Columbidae.

Es una de las historias de extinción más trágicas sucedida en tiempos modernos. Sufrió el declive poblacional más acusado ya que, en tan solo un siglo, pasó de ser el ave más abundante de Norteamérica, y tal vez del mundo, a engrosar la lista de especies extinguidas. Se cazaban a fin de aprovechar su grasa, plumas y carne. Aparecieron los cazadores coloniales, reconocida como carne barata comenzó a comercializarse para alimentar a los esclavos y para fabricar piensos para animales domésticos, hechos que le condujeron a una catastrófica campaña de caza masiva.

En 1896 se produjo el asalto a la última gran colonia de cría, sacrificándose 250.000 ejemplares en un solo día que constituían el número total de adultos de la zona. Las crías, huevos y nidos quedaron abandonados al bochorno del sol y los depredadores. Ninguna de las aves capturadas entonces llegó al mercado porque el tren que las transportaba descarriló y sus cuerpos quedaron desparramados y abandonados. Como dato significativo, en 1805, en Nueva York, un par de palomas migratorias costaba solo dos centavos.

Martha, la última paloma migratoria, murió en su jaula del zoológico de Cincinnati en 1914.

Los colonos tenían poca simpatía por las palomas viajeras, las veían como una amenaza por su elevado número y porque se interesaban cada vez más por las semillas de sus extensos campos de cultivo, así que, finalmente, se organizaron matanzas masivas. A todo esto se le suma el hecho de que las parejas incubaban un único huevo en cada periodo de cría, por lo que su existencia quedó claramente amenazada cuando la mortalidad de los padres superó al ritmo de reproducción. El declive aumentó como consecuencia de la destrucción de los bosques donde habitaba para dedicarlos, una vez más, a la agricultura.

Los programas de cría en cautividad fracasaron en todos los intentos, probablemente debido a la estrecha dependencia entre la migración y la reproducción en estas aves, que obstaculizaba su cría en zoológicos.

Se desplazaba en bandadas de miles de individuos. Los testimonios son simplemente asombrosos: «Las bandadas en plena emigración eran tan grandes que oscurecían el cielo a su paso y el aleteo que producían todos sus integrantes generaba una brisa y un ruido apreciables». Hubiera sido imposible imaginar el horizonte del norte de América sin ellas… pero sí, fue posible.

Su alimentación era muy variada, como nueces, bayas, bellotas, insectos y otros pequeños invertebrados. En las zonas de anidación, el cortejo y el apareamiento duraba dos días. El macho desvelaba sus intenciones volando en círculos y frotando su cuello contra el de la hembra. La pareja se alternaba para incubar el huevo durante trece días. Gracias al alimento suministrado por los padres, los polluelos crecían tan rápido que en poco más de dos semanas ya tenían plumas y podían abandonar el nido.

Para comunicarse entre ellas, estas palomas utilizaban una serie de sonidos roncos que tenían varios significados según lo fuerte, modulado o repetido que se pronunciase.

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