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Hacia 1940 Ostrero de las islas Canarias
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Nombre científico: Haematopus meadewaldoi [?]
Reino: Animalia. Filo: Chordata. Clase: Aves. Orden: Charadriiformes. Familia: Haematopodidae.
En el pasado el ostrero de las islas Canarias u ostrero negro canario no era considerado una especie independiente sino una subespecie, bien del ostrero negro africano, Haematopus moquini, bien del ostrero euroasiático, Haematopus ostralegus.
Era un ave endémica de las islas Canarias orientales, España, residiendo en Fuerteventura, Lanzarote, el islote de Lobos y el archipiélago Chinijo. Aunque la información sobre la ecología del ostrero negro canario es insuficiente y está basada en hipótesis, los datos parecen ser consistentes ya que la biología de los ostreros no es muy variable y, por tanto, es fácil que responda a las características típicas de su género.
Con toda probabilidad habitó las costas rocosas, siendo mucho menos habitual en las playas de arena donde no dispondría de tantas presas. Pudo ser que con la llegada del ser humano se hubiera visto relegado a las playas arenosas por tratarse de territorios menos explotados. Se cree que era un residente permanente, y parece que nunca se reprodujo fuera de su hábitat canario. Tampoco hay indicios de que se desplazara a otras zonas, al menos en tiempos históricos.
El nombre del género Haematopus es un término griego latinizado que se traduce como «pies rojos»; y meadewaldoi deriva de Edmund Meade-Waldo. Anteriormente su nombre científico se expresaba meade-waldoi.
Sus nombres comunes locales eran ‘cuervo marino’ en Fuerteventura, ‘grajo de mar’ en Lanzarote, ‘a corvino’ en La Graciosa y posiblemente ‘lapero’ en Alegranza. Sin embargo, en la España peninsular, ‘grajo’ es el nombre común de Corvus frugilegus, y no puede encontrarse en las islas Canarias.
Aunque en algunas publicaciones todavía figura como «casi con seguridad extinto», no existen evidencias concluyentes de la supervivencia del ostrero canario. Que la expedición de 1985 en las islas Canarias orientales no encontrara rastro alguno de la especie y el hecho de que haya transcurrido casi un siglo sin avistamientos certeros, hace pensar irremediablemente en su extinción definitiva; y así lo clasifica la Lista Roja de la UICN, que lo declaró extinto de forma oficial en su publicación de 1994.
El último ejemplar que pudo identificarse con seguridad fue cazado el 3 de junio de 1913, en las costas de La Graciosa. En el siglo XIX fue descrito como «no frecuente» tras un declive prolongado de la especie. Los informes de pescadores locales y guardianes del faro indican que desapareció hacia 1940, sin embargo, hay quien defiende la posibilidad de que una pequeña población pudiera haber sobrevivido en islotes deshabitados hasta la década de 1980, una teoría que viene apoyada por dos avistamientos convincentes, aunque no confirmados, que se reportaron en Tenerife entre 1965 y 1981. O puede que estos avistamientos esporádicos correspondan a confusiones con ejemplares divagantes del ostrero negro africano.
También existen otros tres registros de posibles encuentros con el ostrero canario en la costa de Senegal, en 1970 y 1975, pero es prácticamente imposible si se tiene en cuenta que nunca fue avistado con anterioridad fuera del archipiélago. Tal vez se tratara del ostrero común euroasiático, H. ostralegus, que hiberna en la región y que ocasionalmente presenta melanismo, esto pudo provocar la ilusión de estar frente al ostrero de las Canarias.
Su apariencia sería muy similar a la de las especies africanas, aunque el canario presentaba rasgos morfológicos suficientes como para distinguirlo del resto. Contaba con un pico más largo, unas alas más cortas y sus patas eran de un color menos intenso; el tamaño también pudo ser semejante al de sus parientes, alrededor de 40-45 cm y probablemente con un peso entre 600 y 800 g en vida, las hembras pudieron ser algo más pesadas.
Su pico, lateralmente comprimido, con punta roma y de color rojo anaranjado tendría 70-80 mm, siendo el de las hembras el de mayor longitud. El iris de los ojos era rojizo y estaba rodeado por un anillo desnudo de color naranja intenso. Las patas presentaban un tono rosado y, como es usual en los ostreros, no tenía hallux –dedo más interno de las extremidades inferiores–, y el segundo y tercer dedo estarían conectados por una pequeña membrana.
El ostrero canario tenía una coloración negra brillante excepto, quizás, por las plumas blanquecinas situadas bajo la primera remera de las alas. Hembras y machos no se diferenciaban por el color. Tampoco se conocen ejemplares jóvenes, pero probablemente tenían las zonas descubiertas más apagadas y algunas franjas de color gris o beige en las plumas. La coloración del plumón es igualmente desconocida, y, aunque suele ser gris, se le atribuye una tonalidad bastante oscura en general que le permitiría ocultarse de los depredadores en el paisaje oscuro de rocas volcánicas presentes en su hábitat.
Al igual que ocurre con otros ostreros, su alimentación se basaba en moluscos y crustáceos, especialmente de lapa majorera, Patella candei; caracol marino, Patella piperita; lapa áspera, Patella ulyssiponensis; y mejillón, Perna picta.
En cuanto a sus costumbres y características reproductivas, es muy posible que el ostrero negro canario guardara similitudes con otras especies del género. De ser así, no construía nidos sino que ponía los huevos en las hendiduras cercanas al mar, eligiendo lugares solitarios para poder camuflarlos, como las desembocaduras de los barrancos. Se estima que los huevos tenían unas dimensiones cercanas a los 60 x 40 mm. No hay documentación sobre el tamaño de la puesta, pero puede asumirse que fuera de un único huevo. Estas aves parecen haber sido territoriales durante la temporada de cría.
La época de reproducción también es desconocida. Recabando datos es probable que diera comienzo en abril y, tomando como referencia el periodo de incubación de especies similares, se cree que el ostrero canario rondaba entre 23 y 30 días; necesitando las hembras unos 35 días para una nueva puesta.
Su cortejo era conocido por ser muy peculiar, con dos o tres machos rivalizando en un baile de exhibición. Cuando una hembra elegía una pareja, probablemente tenían un comportamiento monógamo de por vida, al igual que sus parientes. La madurez sexual de los machos pudo darse a los 4 años, y 3 años en el caso de las hembras.
Se presume que serían longevos como otros ostreros, que suelen vivir 20 o, incluso, más de 30 años.
Aunque la disponibilidad de hábitat fue un factor determinante para las poblaciones del ostrero canario, todo apunta a que su declive se intensificó tras la disminución significativa de los invertebrados intermareales, su base alimenticia. En los últimos siglos, las islas Canarias orientales han experimentado una desertificación progresiva que se ha visto acelerada por las prácticas agrícolas no sostenibles, sobre todo en Lanzarote, y que podría haber alterado los patrones climáticos locales, aumentando la sedimentación en las desembocaduras de los barrancos y provocando la disminución de la fauna invertebrada. Esta desertificación también pudo conducir a los habitantes de las islas a una mayor dependencia de los recursos marinos para alimentarse, por lo que entraron en competencia directa por el sustento.
A esta competencia se añade también la perturbación derivada de la actividad humana en las islas. Cuando una especie de hábitat limitado, que no cuenta con otras poblaciones, se ve desplazada por el ser humano, sus posibilidades de extinción se multiplican. También la depredación por especies introducidas como ratas y gatos se sugiere como un posible factor adicional.
Por otro lado, los huevos del ostrero canario se recolectaron en grandes cantidades porque se consideraban un manjar, y aunque por lo general los ostreros tienen la capacidad de reemplazar el primer huevo en caso de depredación, si realmente ponían un único huevo, la recolección masiva debió tener un gran impacto en su población. El golpe final pudo estar en manos de los cazatesoros a fin de engrosar las luctuosas colecciones privadas que, debido a su escasez, vieron en el ostrero canario una pieza cotizada. Se habla, incluso, de oportunistas locales que ofertaban huevos y pieles a cambio de remuneraciones cuantiosas.
TEXTO ACTUALIZADO POR EUGENIO FERNÁNDEZ, AUTOR DE CRÓNICAS DE FAUNA
El estatus taxonómico del ostrero canario (Haematopus meadewaldoi) ha sido controvertido desde el primer momento y se halla actualmente en revisión. Este ave está extinguida al menos desde 1940. Sólo se conocen ocho especímenes en todo el mundo, que son el único material existente para realizar los estudios morfológicos y taxonómicos imprescindibles para su comprensión.
Del estudio del espécimen de 1913 el ornitólogo David Armitage Bannermann definió taxonómicamente al ostrero canario como una subespecie del ostrero africano H. moquini meadewaldoi, con el que comparte un color negro uniforme. El ostrero canario tuvo este estatus taxonómico hasta 1982, cuando Philip Hockey publica en el Boletín del Club de Ornitólogos Británicos el artículo The taxonomic status of the Canary Islands oystercatcher, y en el que propone que se trata de una especie por derecho propio, que pasa a llamarse H. meadewaldoi.
El asunto se ha clarificado –o complicado, según se mire– con la llegada de los estudios moleculares modernos, un método extremadamente fiable para determinar el estatus taxonómico de cualquier especie. Así, en 2018 varios investigadores de la Universidad de Aberdeen, junto con otras instituciones de Sudáfrica y EE. UU. realizan un estudio del ADN mitocondrial del ostrero canario para tratar de dilucidar su situación taxonómica con una mayor fiabilidad.
Y el resultado trae sorpresa: se sugiere en este estudio que el ostrero canario es idéntico en un 99,65% no al ostrero africano sino al ostrero eurasiático H. ostralegus. Este resultado fue inesperado ya que el ostrero eurasiático es de colores blanco y negro mientras que el ostrero canario era completamente negro como el africano. ¿Cómo es posible, entonces, que sea idéntico genéticamente al ostrero eurasiático y no al africano? La hipótesis que presentan los investigadores de Aberdeen es que el ostrero canario puede ser un ‘morfo’ melánico o negro del ostrero eurasiático.
Sin embargo, las autoridades taxonómicas mundiales aún no han modificado el estatus taxonómico del ostrero canario porque el estudio de Aberdeen únicamente ha realizado una comparación de ADN mitocondrial entre los tres ostreros; canario, africano y eurasiático pero para tomar una decisión sobre si se trata de una subespecie del ostrero eurasiático o un ‘morfo’ negro del ostrero eurasiático (sin rango de subespecie) se necesitan estudios genómicos más profundos que diluciden la posible existencia de introgresión genética del ostrero eurasiático en el canario.
Concluyendo
Provisionalmente el ostrero canario sigue siendo una especie propia pero esto tendrá poca duración y probablemente en cuanto se completen los estudios genómicos necesarios, se volverá a la consideración del ostrero canario como una subespecie o ‘morfo’, pero esta vez del ostrero eurasiático y no del africano como se supuso en 1913.