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Hacia 1930, Alcélafo del Norte

Actualizado
©copyright Artimalia. Proyecto no lucrativo sobre fauna salvaje extinguida en tiempos recientes

Imagen: Artimalia | Dibujo: Amaya Oyón | ©All rights reserved

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Nombre científico: Alcelaphus buselaphus buselaphus.
Reino: Animalia. Filo: Chordata. Clase: Mammalia. Orden: Certartiodactyla. Familia: Bovidae.

Empecemos por el principio, ¿qué son los alcélafos?

Propios de las sabanas africanas, se trata de unos antílopes de singular apariencia que están clasificados dentro de los mamíferos artiodáctilos bajo el género Alcelaphus, y responden al nombre común de alcélafos.

El género Alcelaphus contempla 3 especies distintas:

· Alcelaphus caama
· Alcelaphus lichtensteinii
· Alcelaphus buselaphus; que, en principio, se divide en 6 subespecies:

Alcelaphus buselaphus cokii
Alcelaphus buselaphus lelwel
Alcelaphus buselaphus major
Alcelaphus buselaphus swaynei
Alcelaphus buselaphus tora
Alcelaphus buselaphus buselaphus, extinta.

Observamos que en esta partición se encuentra el, ya extinto, alcélafo del Norte (A. buselaphus buselaphus), siendo el representante de la subespecie nominal, es decir, la que se describió por primera vez.

El jaleo taxonómico… ¿Ocho subespecies? ¿seis? ¿cuántas?

Dependiendo de la fuente de consulta, descubrimos que a la especie A. buselaphus se le identifican, en unos casos, ocho subespecies mientras que, en otros, la lista se reduce a seis. El motivo de este baile numérico es que existen opiniones que consideran independientes a dos de estas subespecies y las referencian, por tanto, como especies. Se trata de A. lichtensteinii y A. caama.

Más tarde, en 2001, un estudio filogenético basado en el análisis de la estructura del cráneo parecía proponer tan sólo tres divisiones principales resumidas en A. b. buselaphus, A. b. tora y A. b. lelwel.

Etimología, origen del nombre 'Hartebeest'

Traducido como Bubal común del inglés Bubal Hartebeest, se trata de una denominación derivada, a su vez, del nombre vernáculo Hartebeest dado por los bóers, descendientes de los conquistadores holandeses, quienes pensaron que guardaba cierta relación con los Hert, ciervos. Por otro lado, Beest es el término utilizado en holandés para referirse a «bestia». De este modo, su traducción literal sería «bestia de venado».

Rango geográfico, hábitat y ecología

En tiempos, su distribución se extendía a través de África del Norte, a lo largo de las áridas montañas del norte del Sáhara: Marruecos, el sur de Túnez, Argelia, Libia y zonas del desierto occidental egipcio. Numerosos restos fueron encontrados en las excavaciones de fósiles en Egipto y Oriente Medio, especialmente en Israel y Jordania. En Libia también ocupó las zonas desérticas occidentales pero desapareció de estas áreas mucho antes de que se extinguiera por completo. Su última área de distribución, a principios del siglo XX, se limitaba a las montañas del Atlas, en Marruecos; y las montañas del sur de Argelia.

Se cree que estos antílopes preferían áreas rocosas con buena disponibilidad de vegetación, sin embargo, con la sobreexplotación de los territorios puede que se viera forzado a abandonar su hábitat predilecto y tuviera que desplazarse a otras zonas más áridas.

Su vínculo con antiguas culturas

Se localizaron restos de estos alcélafos en varios puntos arqueológicos egipcios, incluso se descubrió un jeroglífico al que se le presupone el significado de bebé hartebeest. Las evidencias sugieren que fue domesticado en el Antiguo Egipto y que pudo haberse utilizado para consumo y ritos de sacrificio. Sus característicos cuernos anillados en forma de lira se hallaron en las tumbas egipcias de Abadiyeh y manifiestan la gran importancia mitológica de este bóvido.

Es uno de los muchos animales representados en los mosaicos romanos de Hippo Regius (Argelia moderna) fechados en los siglos II y IV. También se le menciona en el Antiguo Testamento bajo el nombre de Yachmur, incorrectamente traducido como «gamo». El último registro arqueológico data de principios de la Edad Media.

Cómo eran

Al igual que sus parientes, mostraba una cabeza visiblemente alargada y estrecha, cuernos peculiares y orejas puntiagudas. Caracterizados también por tener las patas delanteras más largas que las traseras, por lo que pecho y espalda se inclinan de forma evidente; es este perfil inconfundible el que permite diferenciar a los alcélafos de otros antílopes. De gran tamaño, medía entre 1,50 y 2,44 m de largo; entre 1,09 y 1,50 m de alto y pesaba de 100 a 225 kg.

En el caso del alcélafo del Norte, el penacho terminal de la cola era negro y sus orejas estaban rematadas en tono marrón. Su pelaje, corto, suave y brillante, se describió de color arena uniforme y, a diferencia de otras subespecies, carecía de manchas faciales salvo un parche grisáceo a cada lado del hocico. Los cuernos, presentes en ambos sexos, prácticamente se tocaban en la base y formaban una ‘U’ cuando se veían de frente, y sus anillos sobresalían hasta el final excepto las puntas que eran lisas.

Cómo se comportaban

Como otros alcélafos, muy alerta y nada agresivo, el del Norte también fue un animal muy social que formaba grandes manadas integradas por entre 100 y 200 miembros. Su dieta principalmente herbívora consistía en vegetación del desierto, hojas, cortezas, hierbas y arbustos espinosos. Se mostraba más activo en las horas tempranas de la mañana y por la noche, el resto del día lo pasaba sentado a la sombra, resguardándose de las franjas más calurosas. Su principal depredador natural fue el león del Atlas –actualmente extinto en estado salvaje–, aunque también fue presa de hienas y guepardos.

Extinción, una historia de fatalidad

La afirmación categórica es que los alcélafos han sido explotados durante siglos.

Aunque a principios del siglo XIX todavía se localizaban en las montañas del sur de Túnez y Argelia, el alcélafo del Norte declinó bruscamente conforme transcurría el siglo, sobre todo tras la conquista francesa de Argelia.

La llegada de los colonos franceses a tierras argelinas y marroquíes supuso el inicio de la masacre de la subespecie que se tradujo en una caza indiscriminada, por pura recreación o bien para consumir su carne. Al comienzo de la ocupación francesa se organizaron batidas y manadas enteras fueron exterminadas por los militares coloniales. A principios del siglo XX sólo podían encontrarse en las montañas del sur de Argelia y las montañas del Atlas en Marruecos. Los cazadores continuaron desafiando el tosco terreno en búsqueda de los últimos supervivientes. No quedó ni rastro de aquellas amplias poblaciones que cien años atrás ocupaban el norte montañoso del Atlas.

Algunos de los ejemplares que resistieron el aniquilamiento fueron capturados a comienzos del siglo XX para cubrir la demanda de zoológicos europeos, británicos, franceses y alemanes, entre ellos.

Los últimos alcélafos del Norte

El Atlas tunecino fue el primero en sufrir su desaparición. El último animal salvaje conocido en este país fue tiroteado en 1902, cerca de Tataouine. De ese mismo año es el último informe fiable que registra la presencia de la subespecie en Argelia, aunque se cree que desapareció de esta región en torno a 1930 y que pudo haber sobrevivido más tiempo en la parte occidental del Atlas sahariano, cerca de la frontera con Marruecos.

La última manada conocida, con apenas 15 ejemplares, se encontró en 1917 en Marruecos; excepto tres, el resto del grupo fue exterminado por el mismo cazador. El último abatido en Marruecos sucedió en Missour en 1925. Probablemente su población se desvaneció casi al mismo tiempo que en Argelia.

Otras fuentes sitúan a los últimos ejemplares en Argelia entre 1945 y 1954, las diferentes expediciones llevadas a cabo en 1920 y 1930 no lograron encontrar ningún vestigio en Marruecos, Argelia o Túnez, tampoco en las regiones donde habían sido reportadas poblaciones numerosas tan sólo unas pocas décadas atrás.

De los ejemplares que fueron capturados para destinarlos a zoológicos de Europa, se conocen varios casos: una hembra en el zoológico de Londres donde permaneció en cautiverio durante 14 años hasta su muerte en 1897, y otro ejemplar que sólo pudo soportar 1 año en el mismo centro y que murió en 1907. Otro caso es el de una hembra mantenida en el zoológico de París fallecida el 9 de noviembre de 1923; es a ella a la que, por lo general, se le considera el último ejemplar de alcélafo del norte, aunque es probable que este dato sea incorrecto.

Resulta irónico que antes de su completa extinción, la subespecie estuviera presente en cautiverio durante dos décadas. En todo este tiempo no se tomó ninguna medida para intentar su recuperación o rescate. La subespecie fue clasificada como extinta en 1994 por la UICN y, según fuentes, reconocida oficialmente extinta en 2008.

bubal

NOVEDAD › ¿Cómo han sido representados los Alcélafos a lo largo de la historia?

Acércate un poco más a la fauna perdida de los últimos tiempos a través de nuestra sección del blog dedicada a recopilar material documentado con ilustraciones, fotografías y archivos de diferentes épocas.

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