en Dibujo: Manuel Zapico
Chaetoptila angustipluma
Que la actividad humana deja huellas profundas en los ecosistemas es un hecho incuestionable. Pero si, además, la actividad se concentra en una extensión muy reducida, el impacto se acelera y multiplica generando importantes consecuencias para la conservación de la biodiversidad autóctona. No es de extrañar que las pérdidas que ha sufrido Hawái en cuanto a su avifauna endémica le sitúen como uno de los puntos negros de extinción de especies y subespecies a nivel mundial. Entre ellas está el kioea, un animal de generoso tamaño perteneciente a la familia de las aves cantoras nectarívoras de Hawái y del que apenas se tienen referencias, ni siquiera la cultura lugareña parece mencionarlo; puede, incluso, que ya fuera una especie ‘rara’ antes de que la isla entrara en contacto con los europeos. La expedición estadounidense realizada de 1838 a 1842…
Podilymbus gigas
La razón de que también se le conozca como zampullín de Atitlán o macá de Atitlán es porque fue un ave acuática endémica del lago de Atitlán, situado en Guatemala. Este lago fue testigo de una afanosa investigación dirigida por la ecologista americana Anne LaBastille que dedicó más de 25 años al estudio de la biología y la historia natural del pato, incluso escribió un libro titulado Mama Poc donde recoge sus propios intentos de detener el declive de la especie. Creó un refugio natural y en 1966 comenzó una campaña para evitar su extinción aunque, lamentablemente, sus esfuerzos no fueron suficientes. Se asumen muy diversas causas para explicar su pérdida, encabeza la lista las perturbaciones generadas por el aumento del tráfico marítimo derivado del turismo, los accidentes al quedarse enganchadas en las redes de malla y la presión ejercida por la pesca que, durante los años 60, trajo consigo la introducción…