We are apologize for the inconvenience but you need to download
more modern browser in order to be able to browse our page

Download Safari
Download Safari
Download Chrome
Download Chrome
Download Firefox
Download Firefox
Download IE 10+
Download IE 10+

1986 Tilacino

s20_tilacino

Imagen: Artimalia | Dibujo: Amaya Oyón | ©All rights reserved

Si estás pensando en usar contenido de Artimalia, no te precipites y consulta nuestro Aviso legal

Nombre científico: Thylacinus cynocephalus.
Reino: Animalia. Filo: Chordata. Clase: Mammalia. Orden: Dasyuromorphia. Familia: Thylacinidae.

Descripción

También denominado «lobo marsupial», «lobo de Tasmania» o «tigre de Tasmania» era el carnívoro marsupial más grande conocido en tiempos modernos y el último miembro del género Thylacinus. Su antecesor fue el Thylacinus potens, extinguido en el Mioceno, y su pariente vivo más cercano es el demonio de Tasmania (Sarcophilus harrisii), actualmente en peligro de extinción.

Área de distribución

En tiempos históricos el tilacino habitaba buena parte de Nueva Guinea, Australia y la isla de Tasmania (estado de Australia), territorios de los que era endémico. Posteriormente, su área quedó reducida únicamente a Tasmania.

Causas de extinción en la Australia continental

Las múltiples representaciones del tilacino en las pinturas rupestres del arte aborigen australiano atestiguan cómo los pueblos primitivos ya lo conocían y cazaban. Es probable que el lobo marsupial se extinguiera en el continente australiano –quizás en Nueva Guinea– hace unos dos mil años por la competencia surgida con los humanos y los dingos, comúnmente descritos como perros salvajes (Canis lupus). Pese a que los dingos eran predadores principalmente diurnos y los tilacinos, se cree, preferían cazar de noche, es muy probable que, al solaparse sus hábitats y compartir las mismas presas, se generara una confrontación directa entre ambas especies. La adopción del dingo por los aborígenes como compañero de cacería también pudo haber incrementado la presión sobre el lobo marsupial. No obstante, mientras que la perturbación de la actividad humana en el hábitat del tilacino está clara, las opiniones sobre el efecto del dingo siguen hoy estando divididas.

Causas de extinción en Tasmania

Cuando llegaron los colonos europeos el tilacino solo podía encontrase en Tasmania, siendo el norte de la isla donde se localizaba su mayor densidad poblacional. Que los colonizadores europeos vieran al tilacino como una amenaza para ovejas y gallinas, lo puso en el punto de mira y acabó señalándolo como alimaña necesaria de exterminio. Ya desde 1830 la compañía de explotación lanífera Van Diemen’s Land Company pagaba una recompensa por cada tilacino muerto, pero fue a partir de 1888 cuando comenzó la mayor de las campañas de aniquilación, esta vez promulgada por el gobierno colonial. Desde entonces y hasta 1909, el Gobierno pagaba 1 libra esterlina por cada cabeza de tilacino entregada y 10 chelines por los cachorros. El número total de recompensas superó las 2.000 aunque, con toda probabilidad, se abatieron muchos más de los reclamados.

Como la mayoría de los colonos eran granjeros, interesaba construir el mito de un “vampiro bípedo nocturno” y tener la excusa perfecta para erradicar los animales salvajes de la zona. No tardaron en aniquilar al lobo marsupial de todas las maneras posibles: veneno, trampas, lazos, armas de fuego, etc. Para finales de 1920 el tilacino ya estaba al borde de la extinción. Sumados a los relatos exagerados de los granjeros, durante este tiempo de caza intensiva se divulgaron varias publicaciones para alertar del tilacino como maldición para las granjas. Tiempo después se supo que era material manipulado servido de trucos y montajes que pretendían suscitar la mala fama impuesta al tilacino. Estudios posteriores concluyeron que su mandíbula no era lo suficientemente fuerte como para matar a una oveja adulta y tampoco existen evidencias de que atacara a los seres humanos.

La ocupación colonial de Australia trajo otros factores que contribuyeron a su declive y eventual extinción entre los que hay que destacar la drástica reducción y erosión de su hábitat. También fueron víctimas de las especies introducidas por los colonos, como perros salvajes y zorros con los que entraron en competencia y que influyeron en la disponibilidad de presas naturales. Puede que algunas enfermedades introducidas hicieran el resto, una afección parecida al moquillo canino afectó a muchos de los ejemplares que se mantenían en cautiverio.

Hubo un movimiento a favor de la protección de los lobos marsupiales desde 1901, una acción no desinteresada motivada en gran parte por la creciente dificultad de encontrar ejemplares para las colecciones de otros países, de hecho, cuantos menos quedaban, más pagaban los zoológicos europeos y americanos por hacerse con alguno de los escasos tilacinos supervivientes. En 1928 el comité de consejo de la fauna nativa de Tasmania recomendó preservar la población que quedaba, pero la protección oficial de la especie por el Gobierno de Tasmania no llegó hasta el 10 de julio de 1936, es decir, 59 días antes de la muerte en cautiverio del último ejemplar conocido… Y ese fue Benjamin.

Benjamin, el último tilacino

El último tilacino en estado salvaje, supuestamente un macho, fue abatido en 1930 por un granjero en Mawbanna, al nordeste de Tasmania.

En 1933 un ejemplar fue capturado y trasladado al zoológico de Hobart (antes llamado Beaumaris Zoo) donde permaneció en cautiverio durante tres años. Estudios recientes sugieren que se trataba de un macho, pero el debate sobre el sexo al que pertenecía todavía hoy sigue abierto. Parece ser que no existe ningún documento oficial que le relacionara con algún nombre afectivo, sin embargo, en algún punto de su historia se le conoció como Benjamin y ese es el nombre con el que ha pasado a la historia. Benjamin murió en cautiverio el 7 de septiembre de 1936, todo apunta a que la causa fuera una negligencia cometida por el zoológico de Hobart, aislado en el exterior de su refugio quedó expuesto a un calor sofocante durante el día y a temperaturas extremadamente bajas durante la noche, fenómeno atípico en Tasmania. Con Benjamin moría también el último tilacino del que se tiene constancia. Pasados los 50 años de rigor desde la muerte de Benjamin, la IUCN declaraba en 1986 la extinción oficial de la especie.

Características

Se referían a ellos comúnmente como «tigre de Tasmania» debido a su pelaje corto con rayas negras o marrones en su parte trasera que le servían como camuflaje dentro del bosque, aunque también habrían podido tener una función de identificación entre individuos. Tenía de 15 a 20 rayas oscuras en el dorso, desde los hombros hasta la cola. Presentaban un cuerpo estilizado, patas finas aunque no demasiado largas y cola rígida. Los machos eran más robustos que las hembras. Pesaba unos 30 kg de media y se les estimaba una vida de entre 5 y 7 años en estado salvaje. Las mandíbulas podían abrirse hasta extremos asombrosos, unos 120º y estaba dotada de 46 dientes.

A pesar de sus múltiples nombres y de mantener un gran parecido con los cánidos no estaba relacionado con ellos, de hecho, era marsupial, esto significa que llevaba a sus crías en el interior de una bolsa, al igual que los canguros, sin embargo, a diferencia de otros muchos marsupiales, el marsupio de un tilacino hembra se abría hacia la parte posterior (distal) de su cuerpo y no hacia delante. Era capaz de dar saltos bípedos y de mantener una postura erguida durante breves lapsos de tiempo.

Dieta

Era un mamífero exclusivamente carnívoro que se alimentaba de otros animales de pequeño y medio tamaño como canguros, ualabíes y uómbats. Se cree que los tilacinos cazaban principalmente al anochecer, localizaba a sus presas por el olfato y las atrapaba mediante emboscadas organizadas de forma individual o por parejas. A pesar de compartir una dieta similar, esta forma de caza les separa de los lobos y otros grandes cánidos que se organizan en manadas para cazar. Los últimos estudios sugieren que, cuando el tilacino cazaba, contaba más con la resistencia que con la velocidad para perseguir a sus presas. Como los gatos, podían girar la palma de la pata, un pequeño detalle que marca la diferencia lo que les habría facilitado el someter a su presa tras un ataque por sorpresa.

Reproducción

Sus guaridas se localizaban a menudo entre las rocas, sin embargo, durante el periodo de cría (de junio a diciembre), el tilacino prefería las zonas densas de vegetación donde las crías quedaban más resguardadas. La hembra tenía cuatro pezones, un número acorde a las cuatro crías, máximo, que nacían por camada. Las crías pasaban tres meses en el marsupio del vientre para su traslado y protección, aunque dependían de la leche materna durante nueve meses más. Solo hubo un caso de reproducción de lobos marsupiales en cautiverio, en 1899 en el zoológico de Melbourne.

Avistamientos, programas de búsqueda y recompensas

Aunque el tilacino está oficialmente extinto, siguen registrándose en la actualidad multitud de avistamientos no confirmados en Tasmania, otras zonas de Australia e, incluso, en Papúa Occidental. Desde 1936 se han registrado cerca de 4.000 supuestas observaciones en distintos territorios del continente. También son numerosas las expediciones realizadas en su búsqueda a lo largo del tiempo, algunas de ellas financiadas por el propio Gobierno, como la de 1982. Sin embargo, el resultado siempre coincide: ninguna ha podido presentar pruebas fehacientes de su supervivencia. La operación de búsqueda más reciente comenzó en marzo de 2017 en Queensland, Australia, una búsqueda intensiva y monitorizada que, a través de 50 cámaras de rastreo, ansía filmar la existencia del tilacino. A pesar de que gran parte de los avistamientos quedan inmediatamente desmentidos, algunos han generado mucha publicidad. Quizás, el hecho de que el lobo marsupial sea un animal tan afamado explique ese empeño en perseguir el rastro difuminado de una especie desaparecida hace más de 80 años mientras hoy se extinguen discretamente en Australia especies “reales” que se esfuman desatendidas y que son tan irremplazables como cualquier otra especie.

Perseguido antes para matarlo y perseguido ahora para encontrarlo vivo, de una manera u otra, la existencia del tilacino siempre ha estado vinculada a retribuciones económicas. En esta loca carrera por redescubrirle se ofrecen cuantiosas recompensas a quien sea capaz de aportar pruebas irrefutables de su presencia. Es evidente que el tilacino mueve masas y que mantener viva su leyenda funciona muy bien como herramienta publicitaria y como reclamo turístico. En cualquier caso, en el supuesto de que el lobo marsupial siguiera existiendo, su captura sería ilegal de acuerdo a la legislación vigente dado que la especie está protegida, es decir, si en algún caso se llegara a premiar su captura física, la recompensa no sería válida al no poder expedirse una licencia de captura.

Candidato a la clonación

Resurrección… ese tema peliagudo salpicado de no pocas controversias éticas y legales que algunos llaman ingeniosamente la «des-extinción», un mero eufemismo que para muchos científicos solo representa una medida disuasoria para no afrontar el verdadero esfuerzo que requiere evitar las extinciones masivas.

El empeño por clonar al tilacino ha estado muy presente en las últimas décadas. Se fantaseaba, incluso, con reintroducirlo en Australia y Tasmania en un futuro cercano. Fue en 1999 cuando el Museo de Sídney iniciaba su plan de clonación, el objetivo era utilizar material genético de ejemplares preservados de principios del siglo XX para clonar nuevos individuos y resucitar a la especie. Este proyecto, generosamente publicitado, fue tachado por algunos genetistas de ser pura propaganda de cara al Museo. Su valedor principal, el profesor Michael Archer, recibió por este proyecto una nominación en el año 2000 para el Australian Skeptics Bent Spoon Award (N.º 3, Vol. 19, pág. 51) por «Perpetrar uno de los ejemplos más absurdos de sandeces paranormales o pseudocientíficas».

En 2004 se esperaba identificar una huésped para reproducir al tilacino, siendo el demonio de Tasmania y el uombat las especies candidatas. El 15 de febrero de 2005, el museo anunció que paralizaba la investigación, pero tres meses después el proyecto quedaba reabierto por un grupo de universidades interesadas y una institución de búsqueda… El plan de clonación, finalmente, consiguió capturar solo algunos fragmentos del ADN del tilacino y, tras muchos altibajos, actualmente el proyecto parece estar paralizado, y decimos «parece» porque el tema de resucitar especies a menudo está rodeado de cierta opacidad y de información contradictoria.

El impacto del tilacino en la cultura australiana

Solo para empezar, desde 1996, Australia celebra cada 7 de septiembre National Threatened Species Day (Día Nacional de las Especies Amenazadas) para conmemorar la muerte de Benjamin, el último de su especie. No hay duda de que el tilacino se ha convertido en un símbolo omnipresente en la cultura tasmana y en una imagen fácilmente exportable de Australia al resto del mundo, y es que todo lo que rodea su historia pasada y presente se ha solidificado en una especie de mito al que se le está sacando buen provecho.

El lobo marsupial aparece en el escudo de Tasmania y en los logotipos oficiales de Turismo de Tasmania y del Ayuntamiento de Launceston. Desde 1998 ocupa un lugar destacado en las matrículas de los coches de la isla. Ha sido motivo continuo de representaciones plasmadas en artículos de coleccionismo y merchandising, incluyendo llaveros, camisetas, peluches, broches, figuras, gorras, parches, y un largo etcétera. También figura en carteles de reclamo turístico y exposiciones temáticas de arte. Protagoniza campañas publicitarias, portadas de revistas, libros, cuentos infantiles, películas, videojuegos… A principios de los noventa tuvo, incluso, su propia serie de dibujos animados. También es la mascota de un equipo tasmano de críquet y aparece en los sellos de Australia, Guinea Ecuatorial y Micronesia. Uno de los mejores ejemplos de rendimiento publicitario es el caso de una conocida cervecera localizada en la ciudad de Hobart, el tilacino aparecía en sus anuncios de televisión y en las etiquetas de sus productos desde 1987 hasta hace pocos años; además, en la sala de degustaciones tenían expuesto un ejemplar disecado para que turistas y no turistas pudieran posar para la foto de rigor.

tilacino

BLOG: homenaje especial al Tilacino

En la sección «El día de» de nuestro blog rendimos tributo al último Tilacino conmemorando el aniversario de su muerte con información extendida que acompañamos de obras gráficas y literarias creadas por nuestra red de colaboradores.

tilacino

PRÓXIMAMENTE: el Tilacino en imágenes

Pronto podrás visitar nuestra galería histórica para acercarte un poco más a la fauna perdida de los últimos tiempos a través de una recopilación de material documentado compuesto por ilustraciones y fotografías de diferentes épocas.

tilacino

BLOG: homenaje especial al Tilacino

En la sección «El día de» de nuestro blog rendimos tributo al último Tilacino conmemorando el aniversario de su muerte con información extendida que acompañamos de obras gráficas y literarias creadas por nuestra red de colaboradores.

tilacino

PRÓXIMAMENTE: el Tilacino en imágenes

Pronto podrás visitar nuestra galería histórica para acercarte un poco más a la fauna perdida de los últimos tiempos a través de una recopilación de material documentado compuesto por ilustraciones y fotografías de diferentes épocas.

Hazte eco de su historia compartiéndola

  • ¿Nos sigues?

  • Consultar las fuentes de información ›

    Quizás hayas encontrado algún dato incorrecto o incompleto en los contenidos. Puedes reportarnos el error a colabora@artimalia.org; muchas gracias por tu aportación.

  • Recibe nuestras novedades

    Te avisaremos cuando publiquemos nuevo contenido en Artimalia.