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El día del… tilacino

07.09.17 // POST ESCRITO POR AMAYA OYÓN

81 años sin tilacino.

9 ilustraciones, 1 microrrelato y 8 datos imprescindibles con los que conmemoramos la muerte de «Benjamin», el último tilacino conocido.

Hoy es 7 de septiembre y, como cada año desde 1996, los australianos están celebrando su particular Día Nacional de las Especies Amenazadas. Ojalá no se trate de uno de esos “Días-de-algo” que zarandean la conciencia durante 24 horas y luego se olvida hasta el año siguiente. Australia tiene un grave problema con la destrucción de sus hábitats y no parece que la voluntad política sea proporcional a las necesidades. El año pasado Australia añadía, en voz baja, otras 49 especies a la lista roja de las amenazadas y en peligro.

Hoy es 7 de septiembre y la fecha elegida para esta celebración no es casual. Tal día como hoy, hace 81 años, moría en cautiverio el último tilacino conocido. Fue capturado y trasladado al zoológico de Hobart en 1933, allí estuvo tres años hasta que lo encontraron sin vida por una posible negligencia del zoológico. Hay quien dice que nunca tuvo un nombre afectivo, pero la realidad es que hoy todos lo conocemos como Benjamin.

Hoy es 7 de septiembre y no podíamos faltar a nuestro especial homenaje al tilacino, o lobo marsupial, o tigre de Tasmania, al que dedicamos nuestras obras gráficas y literarias acompañadas de algunas reflexiones y ocho datos imprescindibles que todo buen amante de la especie debe conocer.

tilacino por Jaume Marco para Artimalia

Tilacino ilustrado por ©Jaume Marco, para Artimalia. Técnica digital.

tilacino por Guiomar Gonzalez para Artimalia

Tilacino ilustrado por ©Guiomar González, para Artimalia. Técnica mixta.

Tilacino visto por ©Raúl Rodríguez mosiq, para Artimalia. Técnica: stencil y spray.
Fotografías: ©Bea a través del espejo, para Artimalia.

colaboracion de Jorge Ochagavia para artimalia.org

Tilacino ilustrado por ©Jorge Ochagavía, para Artimalia. Técnica: lápiz y acabado digital.

tilacino amaya oyon artimalia

Tilacino ilustrado por ©Amaya Oyón, para Artimalia. Técnica: lápiz y acabado digital.

Tilacino por Lea Foureau para Artimalia

Tilacino ilustrado por ©Lèa Foureau, para Artimalia. Técnica: dotwork, con Rotring.

colaboracion de sol alvarez para artimalia.org

Tilacino visto por ©Sol Álvarez, para Artimalia. Técnica: acuarelas, tinta Parker y lápices acuarelables.

tilacino por Javier vidorreta para Artimalia

Tilacino ilustrado por ©Javier Vidorreta, para Artimalia. Técnica digital.

tilacino amaya oyon artimalia

Tilacino ilustrado por ©Amaya Oyón, para Artimalia. Técnica digital.

«Avistamiento misterioso. Se busca tilacino vivo»

Microrrelato, por la escritora ©Juana Espín, para Artimalia.

Todo consiste en engañar al Tigre. A un ejemplar vivo de Tigre de Tasmania. Al añorado tilacino. Ofrecen una buena recompensa para la primera persona que lo encuentre vivo. Lo persigo. Pero sé que él me ha encontrado a mí primero. Siento su presencia. Me observa escondido. Siento el peligro. Sé que su boca inmensa, podría engullirme de un solo bocado. No va a ser fácil atraparlo vivo.

Estoy oculto en el tronco de un árbol vacío frente a una cueva en el filo de la tarde, quiero sorprenderlo cuando salga a cazar, pero, ¿quién cazará a quién? Sé que me vigila. Se acerca sigiloso entre la maleza, puedo escuchar sus pasos felinos.

Si pudiese grabar sus movimientos, fotografiarlos al menos, pero hay algo que me hipnotiza. Sus ojos. Sus ojos grandes y negros que se han cruzado con los míos. No es una mirada salvaje, sino triste. Siento la voz del animal bajo mi piel:
—Poco a poco mi espíritu salvaje se desvanecerá condenado a ver la vida entre rejas.

Debo estar chalado si pienso que me habla. No tengo claras sus intenciones, ¿y si es una emboscada? Debe estar furioso con los humanos, su historia no es para menos: ¡Que viene el tilacino!, ¡Que viene el tilacino! ¡Matad al tilacino! ¡Matad al tilacino! ¡Sólo queda un tilacino! ¿Sólo queda un tilacino? ¡Proteged al tilacino! ¡Protegedlo en una jaula! Dicen, que lo llamaron Benjamín y que murió de frío. ¿Murió de frío?, ¿por qué?, ¡si estaba protegido! Ya no quedan tilacinos.

Después, la añoranza y el buscarlo con ahínco por si quedaba alguno vivo: ¡Se busca al tilacino vivo! Sí, se dice que vieron suelto, a uno, vivo. ¡Se busca al tilacino suelto! ¡Se busca al tilacino vivo! Hay recompensa.

Pero sin pruebas, no hay paraíso. Así que este tilacino vivo será mío. ¿Para qué lo querrán vivo? No importa. Yo necesito la recompensa. Allá ellos con lo que le hagan al pobre tilacino. Ningún animal se salva del hombre. Sólo debo asegurarme de que sea un verdadero tilacino, un Thylacinus cynocephalus.

Ahora que me ha pillado desprevenido, se ha dejado ver entero. Se pasea en círculos alrededor de mí. Estoy paralizado. No me atrevo a mirarlo de frente. Espero. Cuando levanto la cabeza, ha desaparecido.

Ocho datos imprescindibles sobre el lobo marsupial que, muy probablemente, te sorprendan:
pintura rupestre tilacino Artimalia

Fotografía: pintura rupestre de unos 2.000 años de antigüedad. Situada en la cueva Ubirr, Kakadu National Park, Australia. Foto: nettispaghetti. Fuente: wikipedia.

DATO IMPRESCINDIBLE N.º 1
El tilacino primitivo.
Existen multitud de ejemplos del arte rupestre de los aborígenes australianos donde aparece representado el lobo marsupial.

Son muchos los emplazamientos rupestres conocidos que contienen vestigios del arte de los aborígenes de Australia. La presencia de representaciones del tilacino (pictografías) atestigua que se trataba de una especie bien conocida por los pueblos nativos australianos ya que coexistieron con él durante miles de años antes de que desapareciera del continente.

Antes de que su área de distribución se limitase exclusivamente a la isla de Tasmania, hubo un tiempo en el que el tilacino también ocupó Nueva Guinea y era frecuente encontrarlo en distintas áreas del continente australiano, pero desapareció de estos territorios hace unos 2.000 años, probablemente por la competencia surgida con otro mamífero, el Dingo (canis lupus). Precisar el momento de extinción del tilacino en la Australia continental todavía hoy es tema de debate, con estimaciones que van desde hace unos pocos miles de años hasta, quien considera, que desapareció del continente a mediados de 1800.

Benjamin el ultimo tilacino Artimalia

Fotografía: Benjamin en el zoológico de Hobart, Tasmania. Año 1933. Fuente: wikipedia.

DATO IMPRESCINDIBLE N.º 2
Este es «Benjamin», el último tilacino conocido.
El día que murió, se cumplían 59 días exactos desde que el Gobierno de Tasmania declarase oficialmente la protección de la especie.

Fue capturado en 1933 y trasladado al zoológico de Hobart donde permaneció en cautiverio durante tres años. Algunas fuentes señalan que nunca tuvo nombre afectivo; en cualquier caso, en algún punto de su historia recibió el nombre de Benjamin y es así como se le reconoce mundialmente. Benjamin murió el 7 de septiembre de 1936, probablemente por una negligencia cometida por el zoológico de Hobart; aislado en el exterior de su refugio quedó expuesto a un calor sofocante durante el día y a temperaturas extremadamente bajas durante la noche, un fenómeno atípico en Tasmania. Su presencia en el zoológico quedó bien registrada a través de diverso material compuesto por fotografías y vídeos de aquella época.

Ya en 1928 el Comité de consejo de la fauna nativa de Tasmania recomendó proteger la población de tilacinos que quedaba por entonces, pero las medidas oficiales por parte del Gobierno de Tasmania para la conservación de la especie no llegaron hasta el 10 de julio de 1936, es decir, 59 días antes de la muerte de Benjamin.

Mientras que la CITES lo considera «posiblemente extinguido», la UICN declaró la especie oficialmente extinta en 1986, tras haber pasado los 50 años de rigor sin haber encontrado pruebas definitivas desde la muerte del último ejemplar.

ultimo tilacinoo estado salvaje Artimalia

Fotografía: Mawbanna, al nordeste de Tasmania. Mayo de 1930. El granjero sonriente de la imagen se llamaba Wilf Batty. Fuente: wikipedia.

DATO IMPRESCINDIBLE N.º 3
Fotografía del último tilacino abatido en la naturaleza.
Desde 1888 hasta 1909, el gobierno colonial pagaba 1 libra esterlina por cada cabeza de tilacino entregada y 10 chelines por los cachorros.

El último lobo marsupial salvaje que se conoce –supuestamente un macho– fue abatido en mayo de 1930 por un granjero en Mawbanna, al nordeste de Tasmania.

Ya en 1830, la compañía de explotación lanífera Van Diemen’s Land Company pagaba una recompensa por cada tilacino muerto, pero fue a partir de 1888 cuando comenzó la mayor de las campañas de aniquilación, esta vez promulgada por el gobierno colonial. Desde entonces y hasta 1909, el Gobierno remuneraba la persecución y ejecución del tilacino. El número total de recompensas superó las 2.000, aunque es muy posible que se abatieran muchos más de los que fueron reclamados.

Comparativa: foto original y manipulada. Autor: Henry James Burrell. Año 1921. Fuente: wikipedia.

DATO IMPRESCINDIBLE N.º 4
Los trucos mediáticos de la época.
Las publicaciones divulgadas durante las campañas de exterminio del tilacino contenían material manipulado que pudo ser el origen de su mala fama.

Fue tomada por Henry James Burrell y es la única imagen existente de un tilacino con una presa. Fue ampliamente distribuida desde 1921 y pudo haber contribuido a crear la reputación del tilacino como ladrón de corrales. En realidad, la imagen original fue manipulada deliberadamente para ocultar la jaula en la que se encontraba retenido. Un investigador concluyó que este lobo marsupial vivía en cautiverio y que estaba domesticado y entrenado para “posar” como en la fotografía. Otra posibilidad no descartada es que el tilacino que aparece en las imágenes fuera, en realidad, un ejemplar disecado. Todavía hoy se siguen analizando las capturas disponibles con el fin de averiguar cuáles fueron los secretos de aquella sesión fotográfica. En cualquier caso, la idea de que se tratara del ataque fortuito de un tilacino salvaje a una granja quedaba desmentida.

Este es un ejemplo ilustrativo de cómo se adulteraba la percepción del tilacino en aquel momento aprovechando las argucias de los medios para que causara revuelo entre los granjeros y alimentara su odio hacia el lobo marsupial. Como la mayoría de los colonos tenían explotaciones ganaderas, interesaba construir el mito de un vampiro bípedo nocturno como excusa perfecta para erradicar a los animales salvajes y asegurar que las zonas quedaran “despejadas” para su ganado. No tardaron en aniquilar al tilacino de todas las formas posibles: veneno, trampas, lazos, armas de fuego, etc. Un estigma muy similar al que hoy recae sobre los lobos en general y el lobo ibérico en particular.

Estudios posteriores concluyeron que su mandíbula no era lo suficientemente fuerte como para matar a una oveja adulta y tampoco hay ninguna evidencia de que atacara a los humanos.

recreacion tilacino en libertad por amaya oyon Artimalia

Fotografía recreada por ©Amaya Oyón, para Artimalia.

DATO IMPRESCINDIBLE N.º 5
Búsqueda tras búsqueda, pero ninguna prueba fehaciente.
¿Será el tilacino una especie Lázaro o se ha convertido ya en una leyenda de resultados imposibles?

Aún cuando está oficialmente extinto, todavía siguen llegando multitud de testimonios de personas que dicen haberlo visto. La Australian Rare Fauna Research Association ha recopilado desde 1936 cerca de 4.000 supuestas observaciones del animal en el continente australiano. También son numerosas las expediciones realizadas en su búsqueda a lo largo del tiempo desde su desaparición, algunas de ellas financiadas por el propio Gobierno, como la de 1982. Pero el resultado siempre es el mismo: ninguna ha podido presentar pruebas concluyentes de su supervivencia.

La operación de búsqueda más reciente es de marzo de 2017, este programa se está llevando a cabo en Queensland, Australia, y responde a diversos avistamientos que la ciencia considera “aceptables”. Al parecer, se han reportado descripciones detalladas que podrían coincidir con las características del tilacino. En estos momentos hay colocadas 50 cámaras de rastreo ávidas por registrar la existencia de estos animales.

Se denomina «especies Lázaro» a aquellos animales o plantas que fueron dados por extinguidos pero que vuelven a aparecer o a descubrirse en la naturaleza. Algunas de estas especies se han localizado tras periodos muy dilatados sin haber dado señales de vida. La naturaleza es siempre sorprendente, sí, pero resulta complicado creer que éste sea el caso del tilacino, aunque muchos insistan.

A pesar de que gran parte de los avistamientos quedan inmediatamente desmentidos, algunos han generado mucha publicidad. Quizás, el hecho de que el lobo marsupial cuente con un nivel tan alto de popularidad explique ese empeño en perseguir el rastro difuminado de una especie desaparecida hace más de 80 años mientras hoy se extinguen discretamente especies “reales” que se esfuman desatendidas y que son tan irremplazables como el tilacino. Dicho de otra manera, ¿qué ocurriría si tiempo, recursos y energía se emplearan en proteger especies que hoy están al borde de la extinción en vez de obstinarse en animales que el propio ser humano ha extinguido?

recreacion tilacino recompnsa por amaya oyon artimalia

Cartel recreado. Diseño y montaje por Amaya Oyón, para Artimalia. CC BY-SA 2.0 Foto: Cory Doctorow.

DATO IMPRESCINDIBLE N.º 6
«Tasmanian Tiger, Wanted Alive»
Resulta muy paradójico que antes se dieran recompensas por matarlo y, ahora, por encontrarlo vivo.

De una manera u otra, la existencia del tilacino siempre ha estado vinculada a retribuciones económicas. Perseguido antes y perseguido ahora, en esta loca carrera por redescubrirle se ofrecen cuantiosas cifras a quien sea capaz de aportar pruebas irrefutables de su presencia. Es evidente que el tilacino mueve masas y que mantener viva su leyenda funciona muy bien como herramienta publicitaria y como reclamo turístico. Rodeado en muchas ocasiones de cierto sensacionalismo, el lobo marsupial es un animal que prácticamente “se vende” solo. Tan bello, tan insólito, tan enigmático, tan inalcanzable… tan mediático.

En 1983, el multimillonario americano Ted Turner ofreció una recompensa de 100.000 dólares a quien demostrara su supervivencia.

La portada de marzo de 2005 de la revista de noticias australiana The Bulletin, anunciaba, como parte de la celebración de su 125 aniversario, una recompensa de 1,25 millones de dólares por presentar evidencias de un lobo marsupial vivo: «Estamos preparados para resolver uno de los misterios más legendarios de Australia». «Si para entonces no se encuentra ningún tilacino, sabremos que en realidad es tan solo un mito». «Adelante para probar que el tilacino es el mayor artista del escape del reino animal». Cuando la oferta expiró el 30 de junio de 2005, nadie pudo probar su existencia.

Otro millonario, el australiano Stewart Malcolm que comercializa safaris fotográficos en Tasmania, ofreció una recompensa de 1,75 millones de dólares a quien encontrase al tilacino durante una expedición realizada con su propia empresa.

En el supuesto de que el lobo marsupial siguiera existiendo, su captura sería ilegal de acuerdo a la legislación vigente dado que la especie está protegida, es decir, si en algún caso se llegara a premiar su captura física, la recompensa no sería válida al no poder expedirse una licencia de captura.

ilustracion feto tilacino clonacion amaya oyon para artimalia

Ilustración por ©Amaya Oyón, para Artimalia.

DATO IMPRESCINDIBLE N.º 7
Firme candidato a la clonación: el tilacino de probeta.
¿Qué “segunda vida” le esperaría?

El empeño por clonar al tilacino ha estado muy presente en las últimas décadas. Se fantaseaba, incluso, con reintroducirlo en Australia y Tasmania en un futuro próximo. Fue en 1999 cuando el Museo de Sídney iniciaba su plan de clonación para resucitar al tilacino, un proyecto generosamente publicitado que algunos genetistas tacharon de ser una acción de cara al propio museo. Su valedor principal, el profesor Michael Archer, recibió por este proyecto en el año 2000 una nominación para el Australian Skeptics Bent Spoon Award por «Perpetrar uno de los ejemplos más absurdos de sandeces paranormales o pseudocientíficas». Finalmente, el plan de clonación consiguió capturar sólo algunos fragmentos del ADN del tilacino. En estos momentos, M. Archer y su equipo están empecinados en resucitar parientes de la también extinta rana incubadora gástrica del sur (Rheobatrachus silus).

Resurrección… ese tema peliagudo salpicado de no pocas controversias éticas y legales. La clonación de especies extinguidas es un desgarro profundo en el orden natural de la vida y de la existencia. Algunos científicos la llaman ingeniosamente la «des-extinción», que para mí es como un eufemismo táctico gestado en el departamento de marketing. Algo artificioso liderado por dioses de bata blanca obsesionados con el exitazo profesional y mediático. Una aberración que deja la puerta abierta a infinidad de cuestiones más que razonables que están en boca de sus detractores:

«Un animal recreado en un laboratorio, ¿es verdaderamente una especie revivida? ¿Cuáles serían las condiciones de su reinserción?, ¿estarían preparadas para regresar a su hábitat?, ¿estaría su hábitat preparado para ellas?, ¿qué impacto tendría para el medio la introducción de una especie modificada genéticamente? ¿o es que esos animales estarían predestinados a vivir cautivos para siempre en un zoológico? Por otro lado, ¿qué esperanza de supervivencia tendrían las especies resucitadas?, ¿y qué hay del furtivismo? Esos animales serían los primeros de una lista movida por el mercado de lo exclusivo o para elaborar algún estúpido ungüento que otorga superpoderes».

Me inquietan los que entienden la resurrección como una solución frente a la pérdida de especies, de hecho, para algunos es una «póliza de seguro» contra la extinción. Para otros muchos científicos, sin embargo, la des-extinción es una medida disuasoria para no afrontar el verdadero esfuerzo que requiere evitar las extinciones masivas. Es significativo ver cómo se dedica tanta energía a revivir especies en vez de a protegerlas en vida –recordemos otro caso muy cercano, el del bucardo de la península ibérica–. Entristece que solo se perciba la sed de hacer negocio para saciar intereses particulares y de querer alcanzar el titular suculento que venderá largas tiradas: «Nace el primer tilacino clonado», una noticia que daría la vuelta al mundo. Nada que ver con «La población de dudongos se está recuperando» que genera poco bombo y platillo.

Al igual que con otras especies ya desaparecidas, creo que los que amamos de verdad al tilacino preferimos que no vuelva o, en su defecto, que se oculte para siempre ¿Imagináis el ansia que provocaría a museos, colecciones privadas y zoológicos de todo el mundo su reaparición? Habría que preguntarse por su “nueva” calidad de vida, ¿realmente sería mejor que la primera que tuvo?

parque niños tilacino nueva zelanda artimalia

Fotografía: tilacino gigante en un parque de recreo. Fuente: natureworks.com.au

DATO IMPRESCINDIBLE N.º 8
El impacto del tilacino en la cultura australiana.
Un animal muy querido y muy rentable.

Sin ninguna duda, la imagen del tilacino se ha convertido en un símbolo recurrente de Tasmania y en una imagen fácilmente exportable de Australia al resto del mundo, y es que todo lo que rodea su historia pasada y presente se ha solidificado en una especie de mito al que se le está sacando buen provecho.

El lobo marsupial aparece en el escudo de Tasmania y en los logotipos oficiales de Turismo de Tasmania y del Ayuntamiento de Launceston. Desde 1998 ocupa un lugar destacado en las matrículas de los coches de la isla. Ha sido motivo continuo de representaciones plasmadas en artículos de coleccionismo y merchandising, incluyendo llaveros, camisetas, peluches, broches, figuras, gorras, parches, y un largo etcétera. También figura en carteles de reclamo turístico y exposiciones temáticas de arte. Protagoniza campañas publicitarias, portadas de revistas, libros, cuentos infantiles, películas, videojuegos… A principios de los noventa tuvo, incluso, su propia serie de dibujos animados. También es la mascota de un equipo tasmano de críquet y aparece en los sellos de Australia, Guinea Ecuatorial y Micronesia. Uno de los mejores ejemplos de rendimiento publicitario es el caso de una conocida cervecera localizada en la ciudad de Hobart, el tilacino aparecía en sus anuncios de televisión y en las etiquetas de sus productos desde 1987 hasta hace pocos años; además, en la sala de degustaciones tenían expuesto un ejemplar disecado para que turistas y no turistas pudieran posar para la foto de rigor.

tilacino por amaya oyon para artimalia

Tilacino visto por ©Amaya Oyón, para Artimalia. Técnica digital.

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Han participado en este post:

Amaya Oyón
Acerté de lleno eligiendo Diseño Gráfico en la facultad de BB.AA de la UPV. Coexistir con animales me hace sentir viva, por eso Artimalia se ha convertido en mi proyecto mimado y doblemente gustoso porque me ha permitido explorarlo y fusionarlo con mi profesión. Fue en 2010 cuando surgió ese primer apunte rápido sobre Artimalia sin imaginar hacia dónde nos llevaría… Hoy me siento muy honrada de compartir con todos los colaboradores estas horas de dedicación sincera que han hecho que aquella primera idea casi desdibujada se transforme en este proyecto compacto y emocionante. Y lo que vendrá.

En otra vida sería… un vencejo, porque apenas necesita aterrizar.

Jaume Marco
Allá por 1977…
—Y a ti, Jaume, ¿qué te gustaría ser de mayor?
—A mí, selvero.
—Pero, ¿eso qué es? Ese trabajo no existe.
—¿Por qué no? Uno que hace zapatos es zapatero; entonces, uno que va a la selva, será un selvero, ¿no? Pues sí, ¡yo seré selvero!

Vivo y trabajo en València como diseñador gráfico e ilustrador. De momento no he logrado ser selvero, pero sí he conseguido ilustrar animales –algo que he hecho desde siempre– y publicarlos en un álbum infantil «El viaje de Max pelo-flecha», con texto de Francesc Vila.

En otra vida sería… un caballo salvaje o un lobo… nunca lo tengo claro.

Guiomar González
Dibujo desde que tengo memoria. Siempre me interesaron el arte y los cuentos, y un día empezaron a pagarme por dibujarlos ¡Toma! Me sumé al proyecto Artimalia porque quiero aportar mi granito de arena a la lucha contra el olvido; y porque creo que la información y la educación son la base de un mundo más justo para todos los seres vivos.

En otra vida sería… Un cuervo. Bueno, una cuerva.

Raúl Rodríguez mosiq
Me define una pasión: la de pintar. Siempre lo he hecho. Papel, paredes, muebles… cualquier objeto es bueno. Desde hace casi dos décadas mi lienzo principal es la piel de otras personas; disfruto cuando alguien me pide que le tatúe y ‘se deja hacer’ sin limites ni restricciones.

Siento un enorme respeto hacia la vida, por eso condeno el sufrimiento animal en cualquiera de sus versiones y no encuentro justificación alguna para el abuso. Si juntamos todo esto, era imposible no apoyar este proyecto. Educar y reflexionar son claves para no repetir errores.

En otra vida sería… un bandicut.

Jorge Ochagavía
Así le vemos:
Si te encuentras a alguien, boli en mano, abriéndose hueco en la barra de un bar con el dispensador de servilletas monopolizado a modo de libreta espontánea y que, mientras va creando sus trazos, te suelta un comentario vacilón… ese será Jorge.

En otra vida sería… un poco de bonobo, gato persa, mosquito tigre y koala.

Léa Foureau
Tras licenciarme en Historia del Arte en la Sorbonne y tras unos años de trabajitos de todo tipo, encontré el coraje para vivir de mi pasión: el arte. En el mundo del tatuaje descubrí mi modo de expresión: una práctica exigente que me enseña valores como la paciencia o la confianza y que me anima a seguir adelante. La ilustración también tiene un lugar especial en mi vida. Creo en el poder de las imágenes, por eso colaborar con Artimalia me parece una manera simbólica de participar en la sensibilización de la causa animal.

En otra vida sería… un gato gris callejero y discreto, para saltar de tejado en tejado con elegancia y sin miedo.

Sol Álvarez
Tras cursar estudios de Ilustración y Concept Art he desarrollado mi obra principalmente como autora de cómics, aunque siempre he buscado un hueco para introducir la fascinación que siento por el mundo animal en mi trabajo. Descubrí esta iniciativa de la mano de Sea Shepherd con el «Proyecto Ballenas» y desde entonces he querido participar. Además, este homenaje me pareció una buena forma de recordar a todos estos animales desaparecidos.

En otra vida sería… una ballena azul para explorar las profundidades oceánicas, desentrañando sus secretos.

Javier Vidorreta
Ciclista en mi madurez, titulado como ingeniero, formado como ilustrador, instruido como emprendedor y apasionado del diseño. La técnica artística que más utilizo es el dibujo digital. Me gusta disfrutar de la naturaleza en largos paseos por el monte siempre con la mejor compañía, canina y humana.

En otra vida sería… un lince ibérico; por aquello de promover lo autóctono.

Juana Espín
Crecí recorriendo carreteras entre ciudades, campos, pueblos y aldeas de España hasta que me detuve en Valencia, donde ya llevo un buen tiempo. Vivo y trabajo entre libros: los leo, los escribo, los huelo, los acaricio, los beso. Son mi gran pasión. Adoro viajar a países remotos donde nada es como yo conozco. Me meto fácilmente en la piel de animales, plantas, personas y cualquier tipo de objeto. Y estoy contentísima de formar parte de Artimalia aportando mi pequeño granito de arena.

En otra vida sería… cada día sería un animal distinto, por aquello de variar y probarlo todo. Pero si me obligasen a elegir uno, sería un pájaro carpintero. Adoro los árboles y volar.

Sergio Navarro
Dicen de mí que soy un ‘informático sensible’ porque me preocupo por el kerning, el tracking, el padding, el color y las tipografías. Sé distinguir la Arial de la Helvetica. Soy de naturaleza lógica y analítica y disfruto interpretando datos estadísticos. Me gustan las cosas bien hechas y siempre procuro un código limpio y ‘aseado’ para mis trabajos web. Amante de la fotografía, la música y los Gifs animados. Mi tiempo libre se lo dedico al proyecto Artimalia y a remar en piragua; ahora estoy deseando cambiar el río por el mar.

En otra vida sería… Súper Ratón.

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